AY, LA TURISMOFOBIA
No vale ser quejica en casa y avasallador, o depredador, en tierra extraña. Quien no haya sido alguna vez turista, que tire la primera piedra. La turismofobia que algunos practican, la animadversión indiscriminada contra la buena gente que nos visita es un despropósito. Nos hace antipáticos a los ojos del mundo, nos perjudica como país. Otra cosa muy distinta y encomiable es exigir a los poderes públicos una gestión adecuada del fenómeno turístico, unos requisitos mínimos a partir de los cuales garantizar la normalidad de la vida ciudadana. El fin de la temporada veraniega es un buen momento para hacer balance y reflexionar acerca de los beneficios de esta gallina de los huevos de oro. Digámoslo claro, el turismo se ha convertido en el principal dinamizador de la economía de nuestro país, crea riqueza y empleo. Si España crece actualmente más veloz que la media de la Unión Europea se debe, precisamente, al turismo . Urge cuidar esta fuente de ingresos sin descuidar el funcionamiento óptimo de los servicios públicos, el civismo y la sostenibilidad medioambiental. En 1851 Thomas Cook creó la primera agencia de viajes del mundo. Ciento ochenta años después el turismo es un sector que tiene un crecimiento constante en todo el planeta merced a una nueva cultura del ocio, la globalización y a la mejora y abaratamiento del transporte. El éxito turístico exige, de inmediato, decisiones políticas que lo hagan compatible con el confort de los autóctonos. No vale la demagogia gratuita.
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