El blog d'en Joan Ferran

15.4.09

ARTICULO DE SUSO DEL TORO

ESPAÑA BIZARRA

La palabra italiana bizarría para un comportamiento colérico, pasó del francés al inglés y del castellano al portugués y adquirió nuevas connotaciones: nobleza, generosidad, extravagancia, exceso, fanfarronería. El significado de arrojo, la "virtu", en general va acompañado de una reserva o ironía, excepto en el castellano donde prevalece el sentido de valor y generosidad y sólo se mantiene una reserva para el arte: colorido o adorno exagerado.
Como las lenguas expresan la antropología de las comunidades de hablantes, se puede decir que para la cultura nacional española, creada en castellano, el exceso y aún el disparate son cualidades. Y un vistazo al imaginario español indica que la bizarría es el valor al que le rinde culto el nacionalismo que nos educó y la imagen en la que le gusta verse. Bizarra Numancia matando a sus niños para que no fuesen botín romano. Bizarra la Trastámara Isabel, usurpó el trono, no se cambió el camisón, practicó el genocidio de judíos y moriscos…, un momento alto de la bizarría, justo es que sea "reina católica". Bizarro era Pizarro, de matar cerdos a conquistador y asesino sin límites. Bizarro era Cortés, oro y sangre hasta las rodillas; Pedro de Valdivia, comido vivo por los supervivientes de sus matanzas. Un Cabeza de Vaca, peregrino y amigo de los indígenas, no tiene buen asiento en las glorias nacionales. Carlos V hablaba flamenco y era Imperator del Sacro Imperio antes que Rey de las Hespañas, pero su augusto retiro en Yuste sigue formando parte de nuestra memoria indolente. Felipe II rigió un imperio ultramarino rezando el rosario todo lo lejos de la costa que podía. Agustina de Aragón. Zumalacárregui. Los héroes que encarnan las derrotas militares: El almirante Méndez Núñez, su honor y su flota hundida. Los héroes del Callao. Los últimos de Filipinas. Pero la II República, Casas Viejas y la Revolución de Asturias, y toda la Guerra Civil son flor de bizarría. Los generales nacionalistas y los curas fascistas, los milicianos y las matanzas de curas. El alcázar de Toledo, Moscardó y su hijo, Calvo Sotelo y José Antonio el protomártir. Durruti, el Campesino. Franco escoltado por su Guardia Mora, Millán Astray gozosamente multimutilado, la División Azul a las órdenes de Hitler. Todo el franquismo hasta sus últimos fusilados, su cruel agonía con "heces en melena" y el brazo incorrupto de Santa Teresa. Fraga en Vitoria. Inevitablemente el 23-F. Aznar sacándonos del desván de la historia y ofreciendo su hombro, y el nuestro, a Bush para que descansase una mano. Aquel barco fantasma que se hizo submarino y desde el fondo emitía hilillos. Trillo tomando el islote de Perejil con viento de Levante y paseando con gesto marcial entre los restos de un avión con paraguas y loden. Bizarras las manifestaciones rojigualdas en la plaza de Colón, bizarros los obispos marchando contra el Gobierno. No es imposible construir otro relato alternativo con gobernantes acertados y prudentes, una población laboriosa y creativa, figuras que aúnan valentía con inteligencia, lucidez con compromiso, una España no integrista pero que integre la diversidad nacional. Pero lo cierto es que esa "Historia de España" no existe. En realidad los últimos treinta años son un desmentido a todo eso, la democracia española es un triunfo histórico que ven los de fuera aunque ese nacionalismo bizarro nos lo impide ver a los de dentro. Acompañando al relato de una España nacida con los visigodos va toda la imaginería nacional. El arte español es necesariamente manierismo barroco tenebrista, siniestro. Se lanza a lo trágico aunque genere lo grotesco. El libro español por antonomasia, el Quijote es grotesco. Bizarría pura, extravagancia, burla, dolor, deformidad, locura. Lo paradógico es que aquel superventas de la época es tomado en serio por ingleses y alemanes y a partir de ahí los españoles lo aceptan como representación de si mismos. Velázquez no sería el artista que es sin sus borrachos y enanos. Goya es el gran bizarreador, su época neoclásica palidece frente a la negrura posterior. Y Picasso comienza a destacar pintando a las putas de un burdel barcelonés, luego retrata un apocalipsis vasco y violaciones bestiales en la vejez. Valle es genial y salvaje pero, por ser crítico y lúcido, es cosa aparte. En cambio la figura de Lorca, de talento extraordinario, es bizarra por su martiriologio. Sorolla o Gaudí son extravagancia, prueban que los fenicios del mediterráneo español no son españoles como es debido. Los testículos del toro de Osborne, los bailarines gitanos para el turismo, las procesiones, la ETA, todo es bizarro. También el cine de Almodóvar. En realidad, este artículo también es bizarro, ¿no? Una España no autodestructiva tendría que tener, junto a los componentes bizarros probablemente necesarios, un argumento sensato y constructivo. ¿Es esto posible?