PARA "QUEMA ETAPAS" ANACRONICOS...
La mayor parte de los grandes políticos saben que rara vez se llega al final del camino. Que, como en el viaje a Itaca, lo importante no es la meta, sino andar y dejar un legado un poco mejor a los que vienen detrás. Ni Pujol con su estilo mesiánico pretendió llevar a Catalunya hasta una meta final. Y eso que en 1940, desde el Tagamanent, empezó a tomar conciencia, cual nuevo Moisés, del largo camino que tenía por delante.Pero hay otros que se sienten ungidos para más altas misiones. Son los que ven Itaca a tiro de piedra y se creen artífices de tan histórico avistamiento. Así debió sentirse Aznar en el 2000, cuando ya olía la mayoría absoluta, al asumir un compromiso a la altura de Felipe II: "En cuatro años más, convertiré a España en el mejor país de Europa".Fiel a retos del mismo calado, una parte del independentismo catalán también se ha aplicado a la noble tarea de llegar a Itaca por la vía directa. Catalunya viviría hoy una situación insostenible, a punto de perder los trenes que llevan al futuro globalizado, secuestrada por una España que nunca fue trampolín y que ahora se confirma como pesado lastre. Después de 300 años de sometimiento, los catalanes habrían percibido ya que este matrimonio forzoso precisa un divorcio exprés, pero sus lí-deres, temerosos y acomplejados, se negarían a escuchar el clamor. De ahí que el boom de Esquerra en el 2003-2004 haya derivado en una desafección que devolverá al independentismo domesticado a la mediocridad anterior a la bicoca aznarista.Haber aprovechado la coyuntura para demostrar que el independentismo, parapetado hasta entonces tras la pancarta, era capaz de gobernar y mejorar la vida de sus conciudadanos habría sido una argucia de Carod y Puigcercós, dispuestos como tantas veces en la Historia, a venderse por un plato de lentejas. Lo resumía el escritor Víctor Alexandre en una reciente entrevista: "Cuando nos dicen que primero son las políticas sociales y la lluvia fina, eso son milongas. Suerte que Dios aprieta pero no ahoga, y ahí está Carretero, dispuesto a recorrer el camino en lo que cuesta cerrar una candidatura.Lástima, porque ahora que irá todo tan deprisa, a más de uno pueden entrarle algunas inquietudes no del todo trascendentes, claro. ¿Se puede saber dónde jugará el Barça las próximas ligas? Desahuciado de la española y no admitido en la francesa, ¿pagarán las teles por un Bar-ça-Nàstic las millonadas que hoy permiten cubrir las fichas de Messi, Etoo, Xavi, Iniesta y compañía?Si los de Guardiola regresan con la Champions el miércoles, Carretero podría aprovechar para contarles a los catalanes que se echarán a la calle para vitorear a sus almogávares, que esa es la última que ganaremos. Que nuestros guerreros se pasan al enemigo. Maldita realidad.
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