El blog d'en Joan Ferran

9.12.21

SIN PESEBRE Y MUCHAS MULAS

 

CON ESTRELLA, SIN PESEBRE


 Llámenme antediluviano, clasicorro o cascarrabias si lo prefieren, pero a un servidor le gustan los pesebres de toda la vida. Sí, aquellos en los que el buey y la mula cobijan de los rigores del invierno a un niño dormidito entre pajas. Lo mío no es beatería barata ni espiritualidad desmedida. No, simplemente me gusta el atrezo que crean los buenos utileros cuando intentan transportarnos a un idealizado portal de Belén en el que no faltan pastores, ovejitas y un cazo en la lumbre. No crean que maldigo la obra creativa de Jordi Darder y el paisaje navideño que se expande por calles y plazas de Barcelona; nada de eso, tan solo les digo que hay un vacío en la ciudad que no lo llena ni un abeto, ni unas bombillitas led a les que les falta vigor. A veces pienso que somos gente capaz de incorporar a nuestro universo simbólico costumbres y tradiciones que nos son ajenas mientras descuidamos las propias. Ni polemizo ni contrapongo modelos, tampoco cuestiono el gasto (eso queda para la batalla política). Bienvenido sea el diseño y la creatividad; bien conservado sea lo que merezca serlo. Constato, tan solo, que algo entrañable como la presencia de un pesebre en la plaza Sant Jaume se esfuma. Nos quedamos sin buey, mula, Virgen y San José pero ¡Zas! Ha nacido una estrella de cinco toneladas que iluminará la ciudad desde una torre de la Sagrada Familia. Se abre la veda para discutir si agrada o disgusta; si es una obra piadosa o, simplemente, un nuevo reclamo turístico.