Article interesant a La Voz de Galicia
COMO EN un espectáculo organizado de la palabra, regresa al primer plano de la actualidad el problema de la vivienda en España. Propuestas y pseudoreflexiones que como globos se desinflarán en cuanto el resultado de las elecciones municipales se hagan públicos y oficiales. ¿Hay alguien ahí, entre nuestros gestores, que se tome los problemas de los ciudadanos en serio? Una tarde en el circo nunca viene mal. Se aprende que existe gente que ama ganarse la vida haciendo acrobacias, de funambulista, de payaso, de trapecista. Se aprende que en la vida de cada cual surgen instantes que más tienen que ver con el domador de fieras -instantes de soledad inmensa-, que con lo que se está acostumbrado. Una tarde en el circo tiene un valor pedagógico. Una actualidad de circo tiene la fuerza del sedante, del atontamiento, de la democracia crepuscular. Falta vivienda en España, dicen, creyendo decir algo, pero sus palabras se estrellan contra la techumbre de un artificio a punto de derrumbarse. ¡Anda ya!, dice la mayoría silenciosa, descreída, abandonada a una suerte de neoesclavitud que nadie se atreve a señalar. Sobra vivienda en España y faltan medios para adquirirla. ¿Cuánto vacío habita a nuestro alrededor en miles de edificios feos, feísimos, esperando a Godot, mientras los bancos se desternillan de risa en su ágape habitual con promotores, constructores, publicitarios y demás amos del circo? Me informan que los mileuristas pertenecen al pasado, que ahora ya lo normal es cobrar un sueldo entre 600 y 700 euros mensuales en ciudades como Barcelona o Madrid, donde el alquiler de un apartamento cutre, aislado, desvencijado no baja de los 1.000 euros. No pasa nada. Resulta rentable electoralmente lanzar palabras al vuelo: paguen, pasen y vean. Vean, ahora, el número de una teniente de alcalde de la ciudad condal. Es malabarismo puro, del bueno, sin colorantes ni conservantes. Su nombre, Inma Mayol; de profesión, política, ecológica, de izquierdas. Su especialidad: regalar mini tiestos con geranios a las abuelas-amas de casa con nietos sin canguro al llegar la primavera. Se ha superado en esta función: pasen a ver lo nunca visto, ahora es antisistema, maternal protectora de okupas . No, el ciudadano medio no importa. No vende. Forma parte de la mayoría silenciada, la que no llega a fin de mes, la que cuenta céntimo a céntimo para pagar un alquiler, una hipoteca, la que soporta desahucios no publicitados con el desprecio de la llamada justicia rutinaria, la que no tiene ni para pagar la entrada de este circo. Pasen, paguen y vean. Vean lo increíble: cómo se ha conseguido acorralar a cada uno de esa mayoría en el círculo del miedo, la angustia y la desconfianza recíproca, convertirlo en el mejor explotador de sí mismo, exigiéndose lo que no aceptaría que otro le impusiera y hacerlo en nombre de la autonomía personal, la iniciativa, la audacia. ¡Fantástica transfusión de ideología! ¿O creían que Godot era otra cosa?
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