ARTICLE MOLT CLAR ....
NO CONFUNDIR METAFISICA CON INFRAESTRUCTURAS
Resulta fácil construir un tópico: basta con ser buen embaucador y vender lo irreal. Jordi Pujol es un señor simpático que supo vender en toda España que, como Cataluña, nada, gracias a su nacionalismo de dogma de fe, antivírico y mágico.
Al ex presidente de Cataluña le gustaban los bolos. Recorrió España vendiendo la moto, y la compraron. Con la habilidad del prestidigitador y su don de gentes, lo erigieron rey de un paraíso inexistente, y no pocos envidiaron la suerte de tener un jefe de tribu como él. Así, durante 23 años en los que hizo y deshizo en Madrid y en su propio Gobierno.
En Cataluña, desde que convocó a los catalanes a rendirle masivo tributo cuando a punto estuvo de ir a la cárcel por el caso Banco Catalana en 1983, corrió a construir unas infraestructuras de poder propias de un Estado oculto con un funcionariado de altísimo coste a su servicio; machacó a las nuevas generaciones ?que hoy ya cuentan con entre 20 y 40 años? con que éramos una nación despreciada en España; impuso el catalán como lengua única y también cantar Som una nació (somos una nación); y creó TV3 y Catalunya Ràdio al servicio único de su nacionalismo. No le quedó presupuesto para carreteras, trenes, eléctricas y demás. Por fortuna, para los Juegos Olímpicos de 1992, el alcalde Maragall consiguió del entonces presidente del Gobierno, Felipe González, inversiones para Barcelona, olvidada desde hacía 40 años. Unos juegos, no lo olvidemos, celebrados a pesar de las trabas del Gobierno Pujol.
Desde 1992, exceso de proselitismo nacionalista mientras se cerraban fábricas, las autopistas se encarecían peligrosamente, se asumía la inmigración, la inflación ahogaba y los ciudadanos abandonaban Barcelona para instalarse en los alrededores, por el altísimo coste de la vivienda. Aún recuerdo en el año 2003 que el todavía presidente Pujol animaba públicamente a los jóvenes a comprarse pisos porque era lo mejor para su futuro (sin mencionar hipotecado) y a hacer niños (con ayudas misérrimas) para que no todos fueran inmigrantes. Esta realidad, que no caricatura, no se puede obviar si se quiere hacer un análisis riguroso de lo que ocurre hoy en la odiada Cataluña, por mucho que la banalización de no pocos políticos y opinantes busquen culpas en el Gobierno socialista catalán y español.
En este año 2007, la rica Cataluña no tiene AVE, los trenes de cercanías sufren averías diarias e inadmisibles retrasos de horas por instalaciones más que caducadas ?con los consecuentes miles de ciudadanos perjudicados?; cayó el barrio del Carmel, el aeropuerto no da para más y Barcelona está a oscuras por culpa de una compañía eléctrica que sabe cómo sumar beneficios con mínimas inversiones.
¿La culpa es del PSC-PSOE? No sirve esta infantil manipulación de la realidad. Cataluña recoge los frutos de la dejadez oculta por un nacionalismo trasnochado como esas infraestructuras que se vienen abajo en el momento en que Convergència i Unió sale del poder.
Que se apliquen la metáfora y olviden la canción de «ahora que estamos solitos vamos a contar mentiras».
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