El blog d'en Joan Ferran

17.1.09

ESTHER JAÉN PREGUNTA A JOAN FERRAN



Acaba usted de presentar un libro, “Maleïda crosta” (Maldita costra) en el que mezcla personajes reales, otros de ficción y algunos fácilmente identificables, todos ellos de la política y la sociedad actual catalana. Precisamente, uno de los protagonistas del libro denuncia el hecho de que la izquierda catalana es prisionera del nacionalismo. ¿Es una denuncia que usted suscribe, a título personal? Es una apreciación de uno de los personajes del libro. Este personaje, que tiene una controversia con el portavoz socialista, le reprocha el hecho de que muchos ámbitos atribuibles a la izquierda, como eran los temas de igualdad, solidaridad y del internacionalismo, habían dado paso a una concepción más “patriótica”, por decirlo de algún modo. En ese sentido, una de las protagonistas reprocha al portavoz socialista que han dejado en segundo plano los ideales socialistas, de la izquierda, para dar prioridad a cuestiones más propias del nacionalismo conservador que representa CiU.
-¿Ha puesto usted este debate sobre la mesa a través de su novela porque cree que es necesario abrir esta reflexión dentro de la izquierda? Creo que este debate ya existe en algunos ámbitos de la sociedad catalana. Hay sectores que creen que ha habido un alejamiento de los hechos diferenciales entre la derecha y la izquierda en detrimento de los planteamientos de izquierda y en beneficio de los planteamientos más nacionalistas. -En su libro dibuja usted a ERC, los socios del PSC en el gobierno de la Generalitat, como un partido radical…
No se dibuja una ERC radical, sino una ERC que, mediante el pacto político trata de imponer unos contenidos de construcción nacional del país. Y en este sentido, hay una determinada concepción de lo que tienen que ser los medios de comunicación catalanes y de lo que tiene que ser Cataluña con respecto a España.
-Usted, que es dirigente del PSC, pero que en su faceta de escritor ha puesto en boca de sus personajes todas estas críticas al PSC y sus socios de gobierno ¿suscribe algunas de las mismas?
Hombre, la novela es ficción y los personajes exageran los rasgos críticos para singularizarse y confrontarse a los demás. Hay algunas de esas críticas que comparto, pero no de forma absoluta. No puedo decir que me identifique totalmente con ninguno de los personajes, pero sí es cierto que la polémica que tratan está sobre la mesa: el papel de la izquierda, de la política interna en Cataluña, el desencanto de muchos sectores de la sociedad catalana, que están desorientados en estos momentos y no saben realmente cuáles son los referentes que antiguamente tenían y que antes eran mucho más nítidos.
- A usted le han colocado la etiqueta de “españolista” ¿cree que es injusto?
Sí. Es injusto que me llamen españolista, porque yo siempre he criticado todos los nacionalismos, sin distinción: el nacionalismo catalán y el español. Yo priorizo los derechos de las personas y el funcionamiento democrático y no la afirmación de unos frente a otros, como justificación de la diferencia. En ese sentido, siempre he criticado el universo de medios de comunicación públicos que se creó en el periodo del pujolismo. -En su libro, Maleïda crosta, habla de los medios públicos catalanes y de algunos de los profesionales que trabajan en ellos y los retrata como unos medios por encima de todo nacionalistas… Hay una crítica, por parte de algún personaje de la novela, referida a ciertas actitudes de algunos medios de comunicación que obvian las referencias a España y hablan continuamente del Estado Español. Es la asunción de una terminología que lleva una fuerte carga ideológica nacionalista y una radio o una televisión públicas tienen que ser lo suficientemente plurales para que cualquier persona de ese país se pueda identificar de forma aséptica y neutra. En ese sentido, yo creo que los medios públicos catalanes han tenido una visión del mundo sesgada, en cierto modo.
-¿Y qué hay que hacer para convertir en plurales a esos medios de comunicación?
Es necesario un libro de estilo que permita que una persona nacionalista, una que no lo es, una que vota al PP y otra que vota a IU, o al PSC no sienta que hay una carga ideológica en las informaciones que las deterioran. - Pone usted al descubierto críticas a la izquierda catalana, a los socios del PSC, a los medios de comunicación públicos.
¿Esto no le va a traer problemas con su partido?
No, porque mi novela es una ficción, en la que los diferentes actores explican sus visiones de la política y del mundo. Pero las visiones están confrontadas. Y esa es la parte interesante de la novela. Hay crítica y anticrítica. Crítica al posibilismo y crítica a la utopía. Yo creo que la novela invita a la reflexión, poniendo todas esas visiones sobre la mesa. Y es el lector el que tiene que sacar sus conclusiones.
-Volviendo a los medios de comunicación, ¿qué opina de aquellos medios que denuncian a través de debates y reportajes el acoso y la persecución del español en Cataluña?
Los nacionalismos extremos, ya sean catalán o español, juegan con elementos altamente peligrosos para la cohesión social, como la lengua por ejemplo. Yo, por ejemplo, critico al partido “Ciutadans”, porque han hecho bandera del español, utilizándolo de forma poco edificante. PP y Ciudadanos han utilizado la lengua como un elemento de confrontación. Y utilizar la lengua como elemento de confrontación es nefasto. Cataluña es un país que ha tenido una buena convivencia lingüística durante todos estos años. Y usar la lengua para confrontar y sacar rentabilidad política de forma marrullera es algo horrible.
-¿Sancionar a quien no rotule en catalán no aviva de algún modo esa confrontación a cuenta de la lengua?
Es normal que en Cataluña se rotule en catalán y en castellano. El país vive un proceso de normalización lingüística que consiste en que el catalán tiene que estar en igualdad de condiciones al castellano. Pero también el castellano tiene que estar en igualdad de condiciones respecto al catalán. -¿Y cree que lo está? Mire, yo creo que en cuestiones lingüísticas, hay que trabajar con la seducción y no con la imposición. Preferiría que al dueño de una tienda se le ayudase económicamente a rotular en catalán y en castellano, en lugar de multarlo por no hacerlo. Las medidas coercitivas en materia lingüística no me gustan.
-¿Es usted un verso suelto en su partido?
No, ¡qué va! En mi partido hay mucha gente que piensa como yo… y también entre nuestros votantes. - En su novela hay un personaje llamado Oriol Puigdueta, que se identifica claramente con Oriol Pujol y al que, en un pasaje se le acusa de ser un “xenófobo de mierda” ¿es un episodio basado en la realidad? Sí, eso ocurrió. Una diputada le llamó “xenófobo de mierda”. Pero el incidente no es lo más relevante, aunque sí se utiliza para que el personaje haga una reflexión sobre esa “costra” y su peso simbólico, la ideología…
-¿Qué opina del relevo de Ignasi Guardans como cabeza de lista de CiU en las elecciones europeas?
Creo que Guardans ha sido un diputado muy activo de la política europea y me parece que la deriva soberanista que ha emprendido CiU ha llevado a Artur Mas a sacarse de encima sin reparos a Guardans. No comparto la ideología de Guardans, pero reconozco que ha sido un diputado muy activo dentro del Parlamento Europeo. Es la víctima de la radicalización de CiU, que anda compitiendo con ERC por ver cuál de las dos es más soberanista.
-¿Cree que el PSC se ha contagiado de esa carrera por el soberanismo entre ERC y CiU?
No. Precisamente el abandono de la centralidad política por parte de CiU permite al PSC pensar que puede ocupar sectores moderados del centro o del centro-izquierda que nunca suscribirían una deriva soberanista de CiU. Hay mucho votante pujolista que no entiende ni seguirá ese camino.
-¿Era sano y necesario que un ciudadano nacido en Andalucía se convirtiese en presidente de Cataluña?
Es un síntoma de normalidad. Es muy bueno que haya pasado. -¿Y no resulta paradójico que una parte de los españoles tachen al presidente Montilla de jefe de los insolidarios por su planteamiento en materia de financiación autonómica? Lo que ocurre es que en Cataluña, a lo largo de los años, se ha desarrollado una propuesta para España, para desarrollar el modelo autonómico y eso implica una serie de cambios en un país como España, que ha estado muy centralizado. Hay que hacer mucha pedagogía política y utilizar mucho el diálogo para que todas estas cuestiones se entiendan y encajen. El socialismo catalán lleva años trabajando en ello, pero no es una tarea fácil.
Esther Jaén es periodista y analista político