El blog d'en Joan Ferran

19.12.09

SOBE EL SOBERANISMO Y SUS DEVALUADORES



El talón de Aquiles del soberanismo

La política catalana está inmersa en una atmosfera preelectoral. Lo está la oposición y lo están también los grupos que dan soporte al ejecutivo, si exceptuamos a los socialistas. Parece como si la responsabilidad de gobernar, y la necesidad de no romper el equilibrio de las partes, exija del PSC una actitud acorde con el carácter y el “modus operandi” del presidente José Montilla. Mientras ERC i ICV hablan, se singularizan, he incluso discuten agriamente sobre lo divino y lo humano el PSC se desvive por mantener el rumbo de la acción de gobierno inalterable y ajeno a las turbulencias. El PSC lo hace, incluso, pagando el precio de difuminar su personalidad en aras de la estabilidad y el rigor. Así las cosas no debe extrañarnos la actitud de los distintos socios del gobierno tripartito. Tanto ICV como ERC han cambiado de cartel electoral y precisan altavoces mediáticos para que los rostros y el discurso de los Herrera o Puigcercós calen en el gran público como referentes electorales. Y me atrevo a pronosticar que seguiremos en esa longitud de onda hasta el mismo día en que se celebren las próximas elecciones autonómicas sorteando escollos como la sentencia del TC, el impuesto de sucesiones o la discusión acerca de las corridas de toros. Pero ahí no acaba la cuestión. En la arena política catalana republicanos y convergentes pugnan entre si por capitalizar ese fenómeno difuso, e inconcreto, que hemos denominado soberanismo o independentismo. Tras, en, dentro, sobre, bajo, las consultas efectuadas en Arenys de Munt u Osona se encuentra la fuerza motriz de algunas entidades cívicas de la sociedad catalana pero también se apuntan el hálito interesado de los dirigentes convergentes y republicanos.

Veamos. Varios miles de ciudadanos se movilizaron el pasado domingo, día 13, para mostrar unos, simpatía por una opción secesionista; otros, una queja ante la parálisis institucional, la crisis económica, o los viejos vicios de la política y los políticos. Aceptable todo ello y loable en lo que tiene de compromiso con el quehacer colectivo pero frágil en origen y contenidos. Pocos minutos después del cierre de las urnas las descalificaciones entre los principales portavoces de los grupos organizadores aguaron lo poco que les quedaba de fiesta. Los resultados obtenidos no fueron los deseados por los promotores de las consultas, a pesar de la desproporcionada cobertura mediática facilitada por las emisoras de la radio y televisión pública catalanas.

Ha pasado ya una semana del evento. Artur Mas se ha autodesactivado, ha vuelto al redil de la moderación y ha silenciado la radicalidad de Felip Puig y Oriol Pujol. ERC también argumenta ahora que no es tiempo de aventuras, e intenta laminar la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) del alcalde d’Arenys de Munt, Carlos Mora, Beltrán y López Tena fingen firmar la paz, etc. etc… Paradojicamente los socialistas han mostrado más respeto y consideración hacia el proceso de consultas que alguno de sus protagonistas.
Pero el talón de Aquiles del independentismo catalán no radica solo en sus magros resultados participativos sino en la imagen y la personalidad de sus caras públicas. ¿A quién puede seducir el verbo del Sr. López Tena tan aficionado a anatemizar a sus adversarios? ¿Quién cree , a estas alturas del serial, que Uriel Beltrán es un muchacho que va más allá de su protagonismo partidario? ¿Y qué me dicen ustedes del vodevil protagonizado por Joan Laporta, Carretero y cía? Fatal. La bondad de un proyecto tiene mucho que ver con la imagen , el discurso, el rigor y la seriedad que son capaces de proyectar sus mentores. Y , a día de hoy, esa imagen corporativa del independentismos catalán no es buena. En el marco de una Europa federalizante y moderna el soberanismo lleva, en su ADN, el gen de la inviabilidad política y la inquietud económica y empresarial. Y no solo eso, también contiene embrionariamente, un fenómeno pendular capaz de despertar una reacción “unionista” radicalizada. A lo largo de la historia Catalunya no ha tenido nunca tanto autogobierno ni tanta capacidad de proyección y reconocimiento internacional como ahora. Hemos llegado a la situación actual merced a una apuesta tan coherente como exigente. Estoy convencido que tensar aún más la cuerda no supondrá ningún beneficio para nuestra ciudadanía, más bien al contrario. Se impone el rigor y el sentido común. El actual presidente de la Generalitat, José Montilla, conjuga mejor que nadie en la Catalunya actual ambas exigencias. Nuestra sociedad está inquieta y se muestra crítica. Cierto, pero no está dispuesta a asumir las aventuras de los que sueñan en ser cabezas de ratón en lugar de colas de león.
J Ferran para "El Mundo"