El blog d'en Joan Ferran

5.2.11

CiU, NI RUMBO NI AMARRE

Lo confieso: vivo en contradicción. Me muevo entre la posibilidad de conceder los cien días de gracia que se otorgan tradicionalmente a los gobiernos en rodaje, y el deseo/obligación de criticar los desaguisados - y clamorosos errores- que cometen Artur Mas y sus consellers. Y es que, amigo lector, la cortesía y la paciencia tienen un límite, pero pierden enteros cuando uno percibe el grado de descoordinación e incertidumbre que han llegado a generar las primeras decisiones del gobierno convergente. Veamos algunos ejemplos al respecto. Con motivo de la flexibilización de las velocidades en la cercanía de grandes núcleos urbanos asistimos a un combate comunicativo-competencial, no exento de golpes bajos y pleno de contradicciones, entre los consellers Felip Puig y Lluís Recoder. El tema de los ochenta por hora se saldó con una decisión de medias tintas que nada tiene que ver con las promesas electorales efectuadas por CiU. Pero ahí no queda la cosa. En el terreno económico, lejos de crear un clima propicio al optimismo respecto a la recuperación empresarial, el portavoz del grupo parlamentario de CiU, Oriol Pujol, afirma sin argumentar que la Generalitat no podrá pagar las nóminas de los funcionarios. Efectúa esta aseveración tras un ejercicio continuado, a lo largo de varias semanas, de acusaciones contra el anterior gobierno por el estado actual de las finanzas de la Generalitat. Mal servicio este al país. La búsqueda de excusas para justificar lo que, sin duda, va a ser una gestión difícil –hay que reconocerlo – no da patente de corso para torpedear el estado anímico del país. El portavoz de CiU lo ha hecho y raudo ha tenido que rectificar; no en vano, en campaña electoral, alardeaba de su capacidad para ofrecer al ciudadano confianza en la recuperación. En otro orden de cosas la pasividad y lentitud en la toma de decisiones del nuevo ejecutivo catalán es una evidencia, la falta de diligencia de los consellers en acudir al Parlament para ofrecer un primer esbozo de sus planes de trabajo es una realidad. Cuando no, improvisan; como en el caso de los horarios comerciales que, parece ser, pretenden modificar sin haber evacuado las consultas pertinentes con los afectados del sector. ¿Alguien ha consultado, a fondo, con los representantes del pequeño comercio? ¿Alguien se ha planteado aquel viejo, y loable propósito, que pretende conciliar la vida laboral y familiar? Y situándonos en un ámbito estrictamente político ¿Qué opinan ustedes del serial sobre la cesión de urnas para consultas independentistas? Mientras la Vicepresidenta Joana Ortega - la cara amable del gobierno- se resistía al préstamo de urnas el ariete del “pinyol”, y secretario de Presidencia Francesc Homs, la contradecía con descaro y desconsideración. ¿Descoordinación, o deseos de minimizar a la gente de Unió Democrática?
Llevan poco tiempo en la tarea, cierto, pero comenzamos a intuir que el ejecutivo de Artur Mas surca el océano de la gobernanza sin rumbo ni amarre fijo. Sin apenas salir de puerto los bandazos en la toma de decisiones devienen tan evidentes y frecuentes que marean, incluso, al espectador en tierra. Mientras eso ocurre en el puente de mando de Palau, el viejo timonel Jordi Pujol, desde la fundación que lleva su nombre, se esfuerza en construir una nueva épica para sus herederos políticos. Es médico y sabe que sus sucesores van a precisar el conjuro, mística y mucho bálsamo para no naufragar
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