OPORTUNO JOAN BARRIL...
Es una suerte sentirse bien en tiempos en los que todo va mal. Debe ser una ingenua inconsciencia o tal vez una mera voluntad de sobrevivir a los embates de conflictos artificiales. Les cuento. La materia prima de mi trabajo consiste en las palabras y en la mirada. Las palabras me han sido dadas por mis padres, por mis amigos y por el mundo. Gracias a ellos, pues, hablo y escribo en catalán y entiendo otras lenguas que, por lo mucho que me han dado, también son lenguas queridas. Esas lenguas me sirven para pelear por la continuidad de mi hipoteca, para protestar por la injusticia del fuerte contra el débil o para decir que amo hoy, que amaré en el futuro y que tal vez amé en el pasado con lenguas que ya he olvidado.Me irritan las injusticias de aquellos que niegan la evidencia de mi lengua, pero no me pongo piedras en el hígado porque llevo el hígado bastante sobrecargado de cosas más livianas. Tal vez algunos de esos nacionalistas anónimos de internet me consideren un puro y simple colaboracionista español. No tengo nada contra la lengua española, porque en español mis ancestros murieron gritando "No pasarán". Las lenguas son herramientas para llevarnos al paredón o para resistirnos a la muerte. Las fronteras no son una línea sobre el mapa, sino una actitud compartida del pensamiento, se exprese como se exprese. Ante la enorme complejidad del mundo de las ideas, las lenguas son pequeños accidentes. Tengo la suerte de escribir y hablar en catalán y no necesito ninguna otra lengua para expresar mis sentimientos ni para comunicarme con mis vecinos. Aspiro a la pervivencia de esa lengua y, en mi humilde condición de escritor y de hablador, considero que en mi vida profesional aporto todo lo que tengo para conseguir que el catalán dure siquiera sea 100 años más antes de la inevitable y posbabélica absorción de las lenguas. Cuando esto suceda, probablemente el catalán será un código íntimo. Tan íntimo como hoy es el latín, aquella lengua que fue lengua de poder y que ha llegado a ser una lengua muerta tal vez porque ni Marco Aurelio ni Julio César tuvieron el acierto de inventar la televisión.Pero nunca es tarde. Porque la diputada convergente Carme Vidal ha descubierto que la televisión es el lugar en el que las lenguas resisten. Y acusa a Mònica Terribas de "dimisión lingüística" por el hecho de que una entrevista televisada en TV-3 con alguien que no controla el catalán debe hacerse en catalán y con traducción simultánea.Querida Carme Vidal: te ha tocado meterte con la televisión del enemigo usando un argumento que no se sostiene. Todos los que nos dedicamos a ese sospechoso oficio de hablar y escribir nuestra lengua en público, la tuya y la mía, sabemos que hay otras batallas más serias. Por ejemplo, la batalla por hablar bien la lengua de nuestros padres y distinguir el slang de la corrección lingüística. Por ejemplo, el empecinamiento editorial en poner a disposición de nuestros conciudadanos tantas traducciones, desde Virgilio a Paul Auster, desde Dallas a Mr. Bean. Pero Catalunya no está en condiciones de enredarse en una entrevista por el ridículo abuso de la ortopedia de la traducción simultanea. Una entrevista no es una misa solemne. En una entrevista televisada, Catalunya no quiere ser falsamente monolingüe. Si somos bilingües, aprovechemos esta virtud para entender el mundo mejor más que cómo el mundo nos ignora. Lo primero es antes. Y lo primero es aprender. Después ya nos autoafirmaremos.
<< Home