El nerviosismo comienza a cundir entre las filas convergentes de la ciudad de Barcelona. Más allá del significativo resultado de las primarias socialistas barcelonesas - y del buen momento de forma de Jordi Hereu - Xavier Trias sabe que el gobierno de Artur Mas, en sesenta días, le ha hecho perder un montón de votos potenciales. Los recortes generalizados en ámbitos como la educación, la sanidad o las infraestructuras son la causa de un creciente malestar ciudadano. Todo el mundo es consciente de que se impone la contención presupuestaria, cierto, pero gran parte de la ciudadanía considera que las conquistas principales del estado del bienestar deben ser respetadas. El gobierno Mas se deshace en excusas y centrifuga culpas hacia el anterior ejecutivo pero, a fecha de hoy, solo ha conseguido transmitir recortes y pesimismo.
Xavier Trias comienza a padecer las consecuencias de una decepción, hacia CiU, que crece exponencialmente. En cambio Hereu recupera el lenguaje claro que muchos esperan oir en boca de los líderes de izquierdas. Hereu critica lo criticable del mercado al tiempo que denuncia la lógica de los grupos de presión y el capital. Hereu advierte de la regresión en derechos que implicaria un triunfo de la derecha en Barcelona y recuerda el olvido al que fue sometida la capital de Cataluña durante el largo ventenio pujolista. Asistimos, pues, al inicio de una gran partida de ajedrez político que no admite tablas. Ahora si, las fichas están situadas ya en igualdad de condiciones para iniciar la partida sin ventajas. El tiempo dirá.
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