¿OTRO PATIO DE MONIPODIO?
Miguel de Cervantes inmortalizó en una de sus Novelas Ejemplares a Rinconete y Cortadillo. Y también dejó para la posteridad un singular patio de Sevilla enladrillado, perfumado de albahaca, de paredes blancas y con una imagen de la Virgen en un lateral. Lleva ese espacio hispalense el nombre de Patio de Monipodio. Su fama no viene de la mano de sus encantos arquitectónicos, ni de las flores que lo puedan engalanar, ni de las verjas, ni de las coplas, ni de un anciano sesteando. No. Su notoriedad se la presta el dueño: Monipodio; personaje, éste, que da cobertura y albergue en su propiedad a toda una cofradía de ladrones, mendigos, tunantes y falsos mutilados. El suministra trabajo y reparte cobertura entre los parroquianos. Allí los desaprensivos fingen ser buenos cristianos, pagan misas y encienden velas a los santos de su devoción… No en vano Cervantes introdujo en su obra elementos sociales, estéticos y morales que se proyectan más allá de su tiempo. Monipodio aún es hoy sinónimo de componenda, de grupo de personas que se apandillan para fines ilícitos o poco claros.
No quisiera que este nuestro país se convirtiera en el patio particular de un nuevo padrino Monipodio custodiado por cuatro vendedores de pedigrís y patentes. Tampoco deseo una batalla entre gentes de patios de distintos patrones. Pero… ¡Ojo! Un enjambre de listos, desaprensivos y picaros está al acecho construyendo chiringuitos en los que fidelizar consumidores de esencias y fabricar quimeras.
Pero la pregunta, amigos, sigue siendo la que nos narra magistralmente el ilustre manco:
"-¿De qué tierra es vuestra merced, señor gentilhombre, y para adónde bueno camina?
-Mi tierra señor caballero -respondió el preguntado- no la sé, ni para donde camino tampoco."!
Ya ven… No saben para donde caminan, ni cómo anda el patio… de los Naranjos.
<< Home