MAS, POBREZA E INDEPENDENCIA
No sé si el presidente Mas es devoto de Tomás Moro y admirador de su isla Utopía. Desconozco si entre sus libros de cabecera se encuentra ‘La República’ de Platón y en él husmea a la búsqueda de recetas para construir el estado catalán perfecto con sus gobernantes, productores y vigilantes. Sinceramente, no lo sé. En cambio estoy convencido de que las estructuras de estado de sus sueños - que dice que estar en condiciones de construir- están años luz de la sociedad igualitaria y armónica que los ciudadanos catalanes reclaman y que, en otras épocas, reclamaron socialistas utópicos, marxistas, federalistas o anarquistas. Para aquellos transformadores sociales de antaño el progreso y el bienestar no consistían, tan solo, en lograr el reino de la abundancia sino, también, alcanzar la armonía como sinónimo de justicia en griego clásico. Para los catalanes actuales se trata, ante todo, de garantizar unos mínimos para vivir con dignidad.
Artur Mas justifica su nefasta gestión gubernamental en el terreno de las políticas sociales aduciendo limitaciones financieras y competenciales de la Generalitat. Las excusas del President no sirven. Todo el mundo sabe que su ideario y el de su partido, en el terreno económico y social, se ubica en la franja derecha del espectro político. Sus políticas y las de su gobierno han sido, son y serán de derechas; la Administración futura por la que suspira perpetuaría, en el hipotético caso de obtener la independencia, las políticas conservadoras.
Mas gesticula y jura, a coro con sus socios de ERC, luchar contra la pobreza. Su mensaje no es creíble dado que las privatizaciones continúan, los recortes también y las recetas neoliberales están a la orden del día. La vida es así; una cosa es el juego de los sueños y las utopías edulcoradas y otra, muy distinta, la verdadera ideología.
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