López Raimundo: el buen humor
Carles Navales
Dejo a otros los merecidos panegíricos que merece quien fue alma del antifranquismo catalán durante tantos y tantos años: el comunista Gregorio López Raimundo. De su parte humana siempre me impresionó su agudo sentido del humor, que, sin duda, le ayudó a soportar menos mal los negros años. Tenía la grandeza de reírse de sí mismo, como los elegantes humoristas de guante blanco.Recuerdo aquel día de 1982 en que Felipe González ganó las elecciones y el PSUC se quedó con sólo un diputado. La reunión del Comité Ejecutivo parecía un velatorio de caras largas. Gregorio rompió el hielo: “No sé por qué ponéis esas caras. ¿No hemos dicho siempre que la fase anterior al comunismo es el socialismo?”. Y hasta el Guti rió.Tras su primera grave enfermedad, que le impidió andar normalmente, fui a verle a su casa acompañando a Santiago Carrillo. A Gregorio le habían prescrito no hacer esfuerzos intelectuales ni físicos, así que nos dijo: “La única ventaja de esta enfermedad es que el médico me ha prohibido leer los materiales del partido”. Para quien no sea del palote, decir que los materiales son esos voluminosos documentos que sentencian cuál es la doctrina verdadera.Y en el ámbito civil, tampoco se quedaba calvo. Siempre sostuvo que resultaba más barato viajar en taxi que tener coche, y lo demostraba con números. Además le veía un plus de distinción: “Cuando voy al cine con Teresa siempre cogemos un taxi, nos cuesta más barato que a los que han ido con su coche y, además, cuando nos ven llegar piensan que somos ricos”.Como muy bien ha dicho el dirigente de Iniciativa per Catalunya, Jordi Guillot: “Nació en Tauste, siempre habló castellano, y ha sido uno de los catalanes más grandes que ha dado el siglo XX”. Sí, en lo político, lo moral y lo humano. Descanse en la más dulce de las paces.
Article Carles Navales publicat a La Razón
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