El blog d'en Joan Ferran

28.6.12

QUÉ HACER ? SE PREGUNTABA EL CLÁSICO.

SOBRE LA TERRENALIDAD DEL PENSAMIENTO


De Antonio Gramsci aprendimos a reconocer y estudiar la complejidad del estado moderno y el fenómeno que, actualmente, hemos decidido rebautizar como sociedad civil. Y también a detectar el error cuando este es fruto de una inexacta comprensión de lo que acontece, o de una ponderación falsa del grado de hegemonía de cada cual en la configuración de lo que él denomino: “opinión pública”.
Y comento todo ello, amigos lectores, porque detecto un cierto repliegue, una involución, al amparo de viejas retoricas decimonónicas, susceptibles de crear aislamiento político. Detecto, en alguna gente, una pulsión inconsciente que nos conduce, sin darnos cuenta, a un mundo tan uniforme como hermético, a un mundo capaz de fabricar, en última instancia, conformismo social. Hoy, desde la izquierda, no acertar en los diagnósticos y/o en la acción política es caldo de cultivo para adhesiones espontaneas alrededor del proyecto que encarna el ideario nacional/conservador. Antonio Gramsci lo tenía claro; tanto que, tras el abandono de la táctica del “frente único” por parte de la Internacional y el lanzamiento de la consigna de “clase contra clase”, se opuso contundentemente a la misma por mecanicista. Gramsci en cambio glosó, de forma especial, el sentido común. Con un discurso eminentemente práctico se preocupó más por las cuestiones dispersas y contradictorias que dan forma al sentido común que no a aquellas cuestiones referentes a los “sistemas de pensamiento”. Y todo ello lo hizo motivado por la búsqueda de un “consenso espontaneo”. Salvando distancias podría considerarse al pensador comunista italiano como uno de los inspiradores de lo que hoy hemos decidido llamar en el PSC : Aliança Catalana de Progres. Sostenía el ilustre sardo la idea que, en política, el principal error de los izquierdistas era pretender la destrucción de la hegemonía dominante por la fuerza de la contundencia obviando la importancia de ganar la batalla de las palabras, la cultura y la información. En ese sentido las cosas no han cambiado demasiado.
Estas últimas semanas han sido prodigas en encuestas, estudios de opinión y sondeos varios. Conviene hacer un esfuerzo para saberlos leer. Dan pistas, dicen cosas que el activista político y social ha de interpretar con mimo especial. El ciudadano está molesto y exterioriza su enojo en el bar, en la calle y en los sondeos. También nos cuenta que quiere entendimiento entre los responsables parlamentarios e institucionales para superar –por ejemplo- el tan llevado y traído pacto fiscal… ¿Estamos en esa longitud de onda?
Últimamente he oído tanta retorica esencialista que me ha dado por citar a los clásicos. Cierro estas líneas con una reflexión del abuelo Karl Marx - en sus Tesis sobre Feuerbach- que dice así:
“Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento”. Pues eso.