LA TONADILLA DE JUNQUERAS
Intento, aunque no las comparta, respetar las opiniones de los demás. ¡Ojo! Siempre y cuando se expresen con corrección y observando las pautas de convivencia de las que nos hemos dotado como sociedad democrática. Siento una gran consideración hacia todas aquellas personas, colectivos y entidades que son capaces de exponer sus criterios e ideas aun a sabiendas que pueden llegar a ser escarnecidos por ello. Pero esta predisposición hacia terceros no me coarta a la hora de señalar como erróneo, o inadecuado, todo aquello que otros puedan llegar a argumentar. Permítanme, pues, que lance un dardo inofensivo y verbal hacia las palabras y actitudes del presidente de ERC, Oriol Junqueras.
He leído con suma atención la entrevista realizada por El Periódico al líder republicano. He escuchado atentamente sus declaraciones en Cataluña Radio… Ustedes me perdonarán pero me ha parecido patético y fuera de lugar el tono lastimero con el que Junqueras abogaba por alcanzar la independencia. Me ha parecido pueril su empeño en las prisas. También se me antojan deshonestas las afirmaciones recogidas, en el Periódico, de las que se desprende que todas nuestras miserias y desgracias se van a solventar con el advenimiento de la independencia. No sé si todo ello considerarlo como la apoteosis barroca de lo ‘naif’ o como un gran engaño trufado de demagogia.
Respeto, insisto, las opiniones de muchos independentistas y las movilizaciones que llevan a cabo para acercarse a su objetivo. Abomino, en cambio, de todo aquel que, jugando con la buena fe de los ciudadanos, promete paraísos que no son de este mundo.
¿Acaso alguien cree que los presupuestos de una Cataluña independiente permitirían acabar con el paro, las listas de espera, la pobreza etc.?
Sólo un demagogo puede intentar hacernos creer que ‘l’endemà’ todo será felicidad obviando, así, la perversidad del sistema, su falta de respeto por el medio ambiente; su culto al dinero, al consumo y a la individualidad mal entendida...
Puedo llegar a comprender que Oriol Junqueras está abrumado por las circunstancias que se le vienen encima. Puedo aceptar que se emocione cuando habla de la patria e, incluso, que reitere mil veces sus tópicos favoritos con tono lastimero. Ahora bien, lo que me parece incorrecto es que amague al ciudadano la realidad, el precio a pagar por una aventura de final incierto y las dificultades que se avecinan.
Junqueras dice estar harto de palabras huecas y demanda hechos. Paradójicamente, hasta el día de hoy, lo suyo han sido todo palabras; los hechos -equivocados o no- los ha protagonizado Artur Mas. Seamos un poco serios, por favor.
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