SÁNCHEZ, EL HOMBRE DEL ‘PRIME TIME’
Temor, desconcierto y celos tanto en las filas del PP como en Podemos y otros inventos similares. La aparición de Pedro Sánchez en el “Prime Time” televisivo ha generado miles de comentarios y mensajitos a través de las redes sociales. Algunos puristas de tres al cuarto han calificado de frívolo al secretario general del PSOE por comunicar telefónicamente con Jorge Javier Vázquez. Otros sostienen la tesis de que no es serio que un dirigente político participe en ‘El Hormiguero’ y ría las gracias de Trancas y Barrancas. Prepárense porque tras del “Viajando con Chester” de Risto Mejide, esto va a arreciar.
Llamar a Sálvame tiene precio y peaje, no es tarea para políticos pacatos. Sánchez no lo es. Seamos sinceros; Pedro ha triunfado en la tele porque ha arriesgado, porque es audaz... ¡Cuánto cinismo y envidia anda suelta por el mundo! A Pedro Sánchez, como a cualquier político, se le podrá criticar el contenido de sus propuestas -nada que objetar al respecto- pero jamás se le podrá negar su disponibilidad para dar respuesta a las cuestiones que le son planteadas, vengan de donde vengan.
Han cambiado muchas cosas en España. Ni los políticos actuales son como los de antes, ni el ciudadano está para aguantar las liturgias típicas de los viejos mítines. Los sistemas de comunicación política evolucionan y Sánchez no es ni Zapatero, ni Rubalcaba. Gasta otro estilo.
En un mundo en que impera el escepticismo se hace imprescindible la trasmisión de mensajes nítidos a la ciudadanía allá donde esté. El problema no es el medio utilizado si no el contenido y, la “bondad” de los contenidos, no se mide por una presentación alambicada de los mismos si no por su esencia. ¿O es que acaso alguien apuesta por la eliminación de la sencillez en la emisión de mensajes? ¿Alguien se atreve a tildar de frívolas las opiniones vertidas en televisión por Sánchez?
Nuevos tiempos, nuevos vehículos, de acuerdo. Pero, a pesar de ello, estoy convencido de que el secretario general del PSOE no pretende renunciar a conferencias de ateneo ni a charlas en las aulas magnas de la universidad. Tampoco creo que juegue a un reduccionismo programático ni a nada que se le parezca. No. Cada espacio tiene su lenguaje y su gente. A la ciudadanía de hoy le place que sus dirigentes sean capaces, preparados e inteligentes pero también valoran que sean gente sencilla y corriente, como Pedro Sánchez.
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