LOS DEL ‘NO’ A TODO
Dicen los analistas políticos que sea cual sea la opción que defiendan los socialistas españoles, respecto a la investidura de Mariano Rajoy, esta les va a costar desgaste político, daños personales y más de un disgusto electoral. Aciertan. La polémica interna en el PSOE está asegurada. La controversia ciudadana entre los partidarios del ‘No’ a saco y los que apuestan por salidas menos fatigosas para el país también.
Un servidor de ustedes no va ser demasiado original. En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, suscribo las tesis de personalidades como Felipe González, Alfonso Guerra o José Antonio López Burniol cuando aconsejan, al cosmos socialista, facilitar la gobernanza a los ganadores de las elecciones. Desde mi modesta insignificancia he escrito, tuiteado y argumentado en el mismo sentido mis razones sobre el tema pero… ¡Ay! Nada es gratis. Los guardianes de las esencias negativas me han juzgado y condenado por osar defender que la buena política es una combinación de sensatez, realismo y pacto; que la ética de la coherencia y la de la responsabilidad –Max Weber dixit- se complementan y que ¡Qué caray! Lo peor que le puede pasar a la izquierda en general, y al PSOE en particular, es volver a las urnas en diciembre. De repetirse las elecciones todos los oráculos auguran un incremento de votos y escaños para los populares y un aumento de la abstención. Ni España ni la economía pueden esperar más.
Se han puesto tan pesados e impertinentes los maximalistas con su rigodón del ‘no a todo’ que comienzo a sospechar que sobra verborrea y falta oficio, liderazgo o capacidad para negociar. Resulta paradójico contemplar como gente, en otros momentos políticos considerada radical, hoy es catalogada casi como colaboracionista por buscar una salida para el callejón español. Entre los voceros del ‘No’ a todo se ocultan un buen numero de macartistas en potencia, acomplejados y aspirantes a sillón. Creen que la radicalidad aplicada mecánicamente es garantía de futuros éxitos políticos. Se equivocan. Olvidan que la ciudadanía demanda soluciones y detesta vegetar en el limbo de la política declarativa a la espera de ganar un hipotético paraíso terrenal. No nos hagan perder más tiempo. Entre otras cosas porque estamos ansiosos por ver actuar a la oposición.
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