BICISEDUCCIÓN
Siempre es mejor y menos traumático seducir que imponer, vetar u obligar. El arte de la persuasión pedagógica acostumbra a dar mejores resultados que la obsesión por regular, prohibir y penalizar. Queremos ciudades y metrópolis sostenibles en las que la contaminación del aire, el ruido y la suciedad no tengan cabida. Que así sea. Pero quizás por ello conviene poner en valor iniciativas que nacen con afán de convencer e inducir en lugar de conminar. Francia, por ejemplo, ofrecerá una prima de 1500 euros a todos aquellos ciudadanos que opten por mandar al chatarrero sus viejos coches contaminantes y adquieran una bicicleta eléctrica. Tomen nota nuestros gestores políticos de este tipo de iniciativas; les aseguro que la ciudadanía las ve con simpatía. Como estoy seguro que los habitantes del litoral barcelonés, de Santa Coloma a Castelldefels, estarán encantados cuando, a final de año, entre en funcionamiento un servicio de ‘bicing’ metropolitano que les permita desplazarse de forma sostenible a lo largo de quince municipios. No les quepa ninguna duda, si pretendemos lograr una metrópoli más habitable y sostenible, habrá que mejorar el transporte público y aplicar un gradualismo inteligente que se sostenga sobre una base pedagógica. Para ese objetivo no sirven, por ejemplo, los exagerados mensajes anti coche que algunos ribetean con terribles enfermedades. La apuesta de Emmanuel Macron, y de la Área Metropolitana de Barcelona, por la ‘biciseducción’ es un acierto. Ese es el camino.
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