PARA LEER ‘FLORES DE ARCÉN’
“Hay otros mundos pero están es éste” Estas palabras de Paul Éluard, no exentas de poesia y misterio, sugieren planetas ignotos, paraísos perdidos, arcanos indescifrables; pero también pueden insinuar la existencia de mundos oscuros, de espacios vitales carentes de felicidad, de micro universos agazapados bajo el sofisma de una aparente normalidad ciudadana. La frase de Éluard provoca, invita a abrir los ojos a un cosmos tan cercano como ignorado. Basta una mirada a nuestro entorno para atisbar retales humanos sobreviviendo en los agujeros negros de la gran ciudad. Unos al borde de la desesperación, otros convertidos en adictos consumidores de la migajas que generan los opulentos del sistema. Los invisibles existen, cohabitan con nosotros; ignoramos a los parias porque no se manifiestan, porque no perturban la cotidianidad. La molestia que causan es tan solo paisajista, estética.
El autor de las páginas de ‘Flores de Arcén’ narra y describe, sin pretensiones, el quehacer de gentes que vemos sin ser conscientes de ver. Párrafo a párrafo, de forma amena y sin afectación sentimentaloide, nos transmite impresiones y sugiere al lector mirar de forma diferente la vida que emerge en los margenes de la metrópoli. Reclama atención y cuidado para los retales humanos que crecen como si fueran minúsculas flores de arcén.
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