SANTORAL PENEUVISTA
MAL Domingo de Resurrección para el nacionalismo vasco, que celebró ayer su día de la Patria coincidiendo como siempre con la jornada más emblemática del catolicismo. Hacía justo dos semanas que las urnas maltrataron a los convocantes del Aberri Eguna: el PNV perdió más de cien mil votos, Eusko Alkartasuna fue barrida del Congreso y la ilegal Batasuna ni siquiera pudo concurrir. El 9 de marzo fue una fatal jornada electoral para quienes atribuyen propiedades y derechos a entes que atienden por Pueblo o Patria. Sin ir más lejos, esto del Aberri Eguna también tiene algo de sobrenatural. Cuenta la leyenda que el muy católico PNV se topó por arte de magia con la instauración de la atea II República sin tener una fiesta patria que llevarse a la boca, cuando los catalanistas ya hacían actos de fe el Onze de Setembre y el galleguismo también lucía sus tímidos fueros coincidiendo con la festividad de Santiago. Los nacionalistas vascos forzaron su siempre extensible mitología y en 1932 celebraron su primer Aberri Eguna. Desde entonces lo harían cada año, coincidiendo con el Domingo de Resurrección y para conmemorar la revelación que Sabino Arana tuvo ese mismo día, pero de 1882. En aquella jornada, el fundador del PNV descubrió que dejaba de ser español para convertirse lisa y llanamente en vizcaíno. Un linaje previo al nacionalismo, pero paso imprescindible para transmutarse en vasco o vasca, a secas. Y así fue como el mito sabiniano tuvo una revelación, justo el día en que Cristo ascendía a los cielos. Ayer, el PNV intentó arrojarnos luz terrenal sobre sus objetivos en formato de manifiesto: "No somos un Pueblo, una nación sin papeles".Seguro que los soberanistas ya buscan una fecha libre en el santoral del partido para convocar un referéndum que halle la documentación perdida.
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