NOTAS PARA UN COMPAÑERO
Apreciado compañero:
Con toda la consideración que me mereces pretendo, tan solo, hacerte llegar unas sinceras palabras. Soy consciente de que el periodo vacacional no es el más oportuno para hablar de las cosas serias, para los debates espinosos. El buen tiempo invita a disfrutar de la naturaleza y de la buena compañía. Agosto, con sus calores, no favorece la polémica desabrida sino a la tertulia, la sobremesa con los amigos. Pero aún así quisiera formularte algunas consideraciones. Entre los humanos, entre las personas, surge el exceso verbal cuando no se cumple el pacto contractual, cuando uno se siente ninguneado, cuando la desconsideración ocupa el espacio de lo lealmente acordado, cuando no hay ni letra que leer ni música que tocar. El verbo entonces ocupa el lugar de la sinfonía armónica convirtiéndose en un ruido no deseado, inoportuno.
Apreciado compañero, insistes siempre en que las leyes se hacen para ser cumplidas. De acuerdo, comparto la tesis. Este debe ser el razonamiento de todo demócrata pero me inquieta la conocida máxima que cuentan en los ministerios desde tiempos inmemoriales: “haga usted la ley, que yo haré los reglamentos”. Subvertir el espíritu de lo acordado es poco noble. Huele a la España rancia que el tiempo dejo atrás.
Apreciado compañero, dicen que el cargo, o el rango, imprimen carácter. ¡Que así sea! De lo contrario tendrían razón aquellos que sostienen que arrimarse al poder es sinónimo, en el mejor de los casos, de relativismo, en el peor de traición.
El president Montilla es cauto y prudente pero está investido de la fuerza que da la ley y la razón. Que quede claro.Lo que estamos dirimiendo no es una obstinación extraña a la ciudadanía, ni una pugna por un determinado pedigrí. Lo que se pretende es un ejercicio de equilibrio, de justicia, de ecuanimidad, de respeto a la calidad de los servicios que perciben los ciudadanos.
Apreciado compañero, quisiera hacerte llegar una simple reflexión: nuestra pasividad, o un exceso de contemporanización, sería un pésimo servicio a los miles de ciudadanos que mayoritariamente, en este país, optaron por el discurso de lo plural. Sería el principio del verdadero desapego, no ya de la política sino de las propuestas progresistas para España. Las otras, las uniformistas, las de la derecha, son inasequibles al desaliento, perduran en el tiempo alimentadas por los tópicos y la cerrazón.
Apreciado compañero, inténtalo, desde tu lugar ponte en nuestro lugar. Lo comprenderás todo, estoy seguro. Porfiarás por cumplir con presteza la ley, y eso será bueno para España. No lo dudes.
Un abrazo,
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