El blog d'en Joan Ferran

11.10.08

3PES: PAPA, POLONIA, PUJOL...


¿INFALIBLE? ¿ INTOCABLE?

La infalibilidad papal constituye uno de los dogmas de la Iglesia Católica Romana. La enseñanza del Papa en asuntos de fe y moral es infalible, según el credo católico, porque se sustenta en la inspiración del Espíritu Santo. Cuando el Papa promulga o declara sobre la fe o la moral jamás se equivoca. La Iglesia Católica sostiene que fue Jesucristo el que garantizó a Pedro y a sus sucesores la inspiración permanente del Espíritu Santo. A lo largo de los años el dogma de la infalibilidad le ha costado a la iglesia múltiples problemas. Se prodigaron las excolmulgaciones y las disidencias. Si no, que se lo pregunten a Hans Küng el teólogo alemán que polemizó con el actual Papa (antes Joseph Ratzinger) sobre el tema. Küng fue apartado de la docencia teológica por decisión de Ratzinger.
Es obvio pues que el Papa deviene infalible solo para aquellos que creen a pies juntillas en los dogmas que marca la Santa Madre Iglesia. Están en su derecho, no lo discuto. Ahora bien, Benedicto XVI, guste o no, es un personaje público que opina sobre lo divino y también sobre lo humano. Ha asegurado –al contrario que su antecesor Juan Pablo II- que el infierno existe y no es precisamente en Bagdad donde lo ubica. Ha rechazado el aborto, las uniones de hecho, los matrimonios homosexuales, la eutanasia y se niega a los cambios en el celibato sacerdotal. El pontífice predica no solo en la Academia Pontificia, si no también en los múltiples foros y países a los que acude. Sus delegados territoriales también, incluso alientan manifestaciones antigubernamentales y concentraciones con marcada intencionalidad política. El Papa y su clero opinan y es lícito que lo hagan, pero ello tiene un precio. Deberíamos acostumbrarnos a que todo personaje público, si se arriesga a exponer sus criterios y a marcar pautas de actuación, esté expuesto a una la sátira mordaz. Todos somos iguales ante los ojos del Polonia de Toni Soler. Lo que es santo para unos para otros no pasa de ser una religión más, un rito. En el mundo imaginario de Polonia cada uno lleva su cruz y su penitencia.