El blog d'en Joan Ferran

19.8.09

INTOLERANCIA, INTRANSIGENCIA, INCONTINENCIA...

Tras el penoso incidente acaecido en las fiestas del bacelonés barrio de Gracia donde fue retirada, airadamente, una bandera republicana... conviene recordar -a los "excitados"- algo de historia


LA TRICOLOR. BREVE HISTORIA DE LA BANDERA REPUBLICANA
José Manuel Erbez
El 14 de abril de 1931, las calles de las principales ciudades de España se veían inundadas por un tremolar de banderas tricolores que celebraban la proclamación de la Segunda República, y trece días más tarde el Gobierno Provisional promulgaba un decreto que determinaba en su artículo 1º la adopción como bandera nacional de la formada "por tres bandas horizontales de igual ancho, siendo la roja la superior, amarilla la central y morada oscura la inferior", una disposición ratificada posteriormente por la nueva Constitución. Con estas disposiciones se rompía una tradición bicolor que contaba ya con casi siglo y medio de existencia.
La bandera que la nueva República adoptaba como propia era la misma que numerosos grupos republicanos -aunque no todos- habían venido usando como alternativa a la enseña rojigualda, identificada por ellos con la monarquía, y por tanto representaba una idea de cambio radical en el sistema de gobierno del país. Su disposición en tres franjas de distinto color estaba probablemente influenciada por la tríada jacobina de "Libertad, Igualdad, Fraternidad" que los revolucionarios franceses habían extendido por toda Europa, pero la característica más llamativa de la nueva enseña era la introducción del color morado
Este color era justificado en el Decreto por ser el "que la tradición admite por insignia de una región ilustre, nervio de la nacionalidad", dando con ello acogida y validez a una tradición que, a pesar de haber sido refutada por prestigiosos investigadores, había conseguido arraigar en las más diversas capas de la sociedad española: la tradición, leyenda o mito -como queramos llamarlo- del pendón morado de Castilla.
Dicha tradición defendía el color morado como propio de Castilla por la presencia del mismo en numerosos emblemas y enseñas relacionados de una u otra forma con el antiguo reino, y sobre todo sostenía que de ese color había sido el pendón que los comuneros habían alzado en su rebelión contra Carlos V. En este sentido se hacía eco de una extendida visión de la revuelta comunera como una rebelión popular y democrática, que defendía las libertades castellanas frente al carácter centralizador y autoritario de la idea imperial de Carlos V. Por tanto, los comuneros habrían sido los precursores de todos los movimientos progresistas de España, desde los liberales de Riego a los federalistas. Sin embargo, y aparte de que los estudios más serios has desmontado esta imagen romántica, en ningún documento comunero de los conservados aparece alusión alguna al supuesto pendón morado, constando sin embargo que en la batalla de Villalar (1521) se distinguieron de sus enemigos mediante cruces rojas, mientras que los imperiales las usaron blancas. Luego, hasta donde sabemos, si hubo un color distintivo comunero fue el rojo de sus cruces.
Parece que el origen del malentendido se remonta al bienio constitucional abierto con el pronunciamiento de Riego contra el absolutismo de Fernando VII, cuando surgieron las discordias en el seno de los liberales entre moderados y exaltados. Entre estos últimos fue muy activa una sociedad secreta conocida como Los Comuneros (probablemente por la razón antes apuntada), que usaban una bandera morada con un castillo. La radicalidad de sus posturas y lo llamativo de sus actitudes, con extravagantes pruebas de iniciación y ceremonias copiadas de la masonería, debió dar lugar a una identificación entre la causa revolucionaria y el color morado que ellos exhibían no sólo en sus banderas, sino también como distintivo personal, además de contribuir a la relación entre este color y el nombre de comuneros y, por extensión, de Castilla. Una prueba de lo primero es el hecho de que la bandera que en 1831 bordara en Granada Mariana Pineda, y que le costó la ejecución, tuviera ese color.
De esta forma el morado comenzó a ser utilizado junto con los dos colores históricos en algunos ambientes republicanos, especialmente en los de tendencia federalista, ya que consideraban que el rojo y el amarillo, aparte de su identificación con la monarquía, sólo representaba a una parte de los pueblos integrantes de España, los vinculados con la antigua Corona de Aragón, por lo que el otro gran pueblo hispánico, el castellano, debía estar presente en la bandera mediante el color que, según la tradición, le era propio. Así, en tiempos próximos a la Revolución de 1868 la faja tricolor fue adoptada como distintivo de los concejales del Ayuntamiento madrileño, aunque la I .República, resultado de dicha Revolución, no llegó a alterar la bandera rojigualda más que en la supresión de la corona del escudo.
Lo que es innegable es que muchas banderas españolas, comenzando por el estandarte real que empieza a usarse desde la proclamación de Isabel II, fueron moradas, y que incluso lo fueron en recuerdo del controvertido "pendón morado", pero esto se debió a un curioso contagio que, sin comprobación científica, favorecía los intereses de las unidades privilegiadas, orgullosas de exhibir el morado como distinción y premio y reacias por tanto a su cambio.
En el ámbito militar la tradición parece arrancar del Regimiento de Infantería de Castilla, actualmente denominado Inmemorial del Rey y considerado como el más antiguo del Ejército español, que adoptó uniforme morado en 1693, al parecer en recuerdo de haber tenido origen en unas tropas reclutadas por un obispo castellano en tiempos de Fernando III, lo que determinaría el color eclesiástico morado que fue su distintivo. Por ello fue conocido vulgarmente como Tercio de Morados, y de esta forma, el nombre de Castilla y el color morado se reunieron en las aspiraciones de antigüedad, y por lo tanto, de privilegios, de una unidad militar que, dado su prestigio, despertó deseos de emulación entre otras unidades. Así, el Regimiento de Reales Guardias de Infantería Española obtuvo desde su creación en 1703 el color morado para su bandera principal o coronela, en lugar de la blanca reglamentaria. El Regimiento de Castilla quiso también recuperar un color que consideraba propio, y solicitó repetidas veces el morado para su bandera, hasta que le fue concedido en 1830, siendo imitado en los años posteriores por otros cuerpos y unidades.
En todas estas confusiones pueden entrar en juego diversos factores: por una parte, la confusión terminológica entre púrpura, que en castellano designa a un tinte de un color rojo intenso, y el termino heráldico homónimo que se representa mediante el color morado, lo que habría dado lugar a que enseñas que en su origen eran rojas, al ser descritas como "púrpuras" acabasen siendo representadas como moradas. Por otra parte, es un hecho comprobado que la acción del tiempo puede hacer que los tintes rojos se oscurezcan hasta adoptar una tonalidad violácea, lo que se ha comprobado al examinar algunas banderas identificadas como "Pendón de Castilla". Tampoco hay que olvidar la amplia presencia del color morado en el ámbito religioso, lo que sin duda debió influir en la aceptación de dicho color en un país de tan arraigada religiosidad.
De este modo, en vísperas del advenimiento de la Segunda República se producía la gran paradoja de que los republicanos como innovadores, y amplios sectores militares como inmovilistas, coincidían en considerar el color morado como representativo de Castilla.
Por ello, debe admitirse que en 1931 el color morado contaba con una tradición, no por infundada menos valiosa, que si no justificaba al menos hacía comprensible su inclusión en una enseña que pretendía simbolizar la pluralidad de los pueblos de España, desde un espíritu a la vez rupturista y respetuoso con el pasado.