El blog d'en Joan Ferran

24.1.13

                                       LAS AVENTURAS DE LOS CINCO 


 Sí, desde mi atalaya particular me siento en condiciones de escribir desapasionadamente sobre lo que le ocurre al PSC. Es más, considero que actualmente no soy sospechoso de pretender un cargo orgánico y mucho menos conservar una poltrona en el hemisferio institucional. Incluso puedo afirmar, sin rubor, que en el último congreso de los socialistas catalanes mi opción para la primera secretaria no fue Pere Navarro.
 Tampoco nadie va a poder afirmar que el motor de estas líneas sea mi animadversión hacia los cinco parlamentarios díscolos. Entre ellos se encuentran personas que gozan de mi afecto y estima. También entre los firmantes del manifiesto tengo buenos amigos. Quizás estas consideraciones que formulo sean irrelevantes a los ojos de muchos, de acuerdo, pero para mí forman parte de un vinculo relacional que no deseo perder. 
 Voy al grano: No me ha parecido correcta ni constructiva la actuación del grupo de los cinco durante el debate parlamentario. Discrepo de ellos por razones de fondo que tienen que ver con el concepto de país que tiene cada cual y también sobre la estrategia a seguir en la coyuntura política actual. Sabido es que mis diferencias giran alrededor del papel de los nacionalismos -de todos ellos-  de la interpretación de la historia de nuestro país y del rol asumido por el PSC en las últimas dos décadas. Bajo mi modesta opinión mutar el discurso social adorando la gestión y abrazando una estética indefinida ha resultado letal para el socialismo ibérico. Pero ahondar en este artículo en esa temática no es factible ni por extensión ni por ocasión. Tampoco lo seria por el sinfín de consideraciones puntuales que nos saldrían al encuentro. Lo dejo ahí. Estoy convencido que más tarde o temprano, seguramente en otros parámetros, la izquierda retomara sus señas de identidad sin aditivos.
 Hoy toca hablar de las formas. Nos guste, o no, en el actual sistema de partidos la confección de listas cerradas conlleva determinados usos y dinámicas parlamentarias. La liturgia del parlamento catalán está presidida por unos rituales mediante los cuales los diferentes grupos de la cámara pactan, discuten y transaccionan bajo las premisas de una cierta disciplina colectiva y unidad de criterio. Es de sobras conocida la dificultad que tuvieron portavoces parlamentarios de legislaturas pretéritas para alcanzar acuerdos con ERC debido a sus constantes cambios de orientación... Pues bien, dicho esto debemos asumir que, desgraciadamente, este país no ha logrado llevar a buen puerto una ley electoral moderna y eficaz. No ha sido posible la confección de listas abiertas ni tampoco acercar los diputados al elector directamente a través del voto. Las listas son cerradas, confeccionadas por los sanedrines de los partidos y sujetas a un ideario/programa de obligado cumplimiento. Agrade o no esto es así. Mis cinco estimados colegas sabían, y saben, que estas son las reglas del juego. Durante mucho tiempo han tenido sobre la mesa la opción del llamado “lo tomas o lo dejas”. Podían haber optado por no aceptar los preceptos y las practicas de la vieja religión imperante en los parlamentos y adjurar de los mantras que aprobó mayoritariamente el último congreso del PSC. No lo hicieron. Y no lo hicieron a sabiendas de cuál era su peso especifico en el seno del socialismo catalán, incluso alguno ha pasado de puntillas por encima de su supuesto “tirón” electoral tras personalizar la campaña. Hace apenas un año pudimos ponderar, en clave congresual, el cubicaje de las diferentes opciones en liza. ¿Han sabido asumir los minoritarios democráticamente su condición? Yo lo hice. Será un mezquino quien interprete este escrito como una llamada a la sumisión y al silencio. Me gusta tanto el debate abierto como la unidad de acción acordada después de él. La regla de oro del ejercicio de la democracia en un grupo parlamentario exige la supeditación de la minoría a la mayoría. El funcionamiento asambleario en el marco de un parlamento como el catalán, coloca al colectivo que pretenda aplicarlo en inferioridad de condiciones frente a los demás. Sabiendo eso, y mil cosas más, no acierto a comprender la razón verdadera que se amaga tras la actitud de los cinco. Compartir la idea de que es oportuna una consulta al pueblo catalán no lleva implícita la necesidad de bendecir ni los movimientos tácticos ni la retorica de los nacionalistas. La resolución que presento el PSC es lo suficientemente clara e inequívoca al respecto. A estas alturas del serial comienza a ser importante dilucidar si el incidente de los cinco es puntual, o bien es el prólogo de una obra escrita y diseñada con premeditación. De ser así, estaríamos hablando de otra cosa…. ¿O no?