El blog d'en Joan Ferran

7.1.13

¿CÓMO DEVALUAR LAS PALABRAS?




LAS PALABRAS


Decía Voltaire que una palabra mal colocada estropea el más bello de los pensamientos. Y así parece ser. Últimamente algunos de nuestros políticos en activo han adquirido la costumbre de adornar sus declaraciones, discursos y  propuestas con referencias -directas o indirectas - a pensadores, filósofos y poetas. Una veces citándolos sin reparos o parafraseándoles; otras, incorporando unos conceptos y léxico que hasta hoy les eran ajenos. No hace demasiados días pudimos oír una alocución/mensaje del presidente Artur Mas trufada de filosofía brechtiana. ¡Cuidado! Incluso hay quien afirma que las ideas de fondo empleadas alrededor del concepto de “estado propio”, o “estructuras de estado”, no beben de su ideología liberal sino, más bien, de tesis de Marta Harnecker o Louis Althusser. Vayan ustedes a saber si algún intelectual criptomarxista deambula por el Pati dels Tarongers escribiendo notitas para el presidente.
Pero ahí no acaba la cosa. Alguien ha osado acuñar, para esta etapa política que se avecina, una fórmula que lleva por título: “Pacte per la Llibertat”. ¡Uf! Si Don Santiago Carrillo levantara la cabeza más de uno debería pagar derechos de autor. El “Pacto por la libertad” fue aquella propuesta mítica y reconciliadora que blandió el PCE-PSUC durante la Dictadura y la Transición… Decía Quevedo aquello de “las palabras son como monedas, que una vale por mucho como muchas no valen por una”.
Puestos a criticar todo lo criticable también he de confesarles que ni fonéticamente, ni visualmente, me place el nombre de “Consell Català per la Transició Nacional”. Esta terminología me recuerda la formula libia que conocemos bajo el nombre de Consejo Nacional de Transición y ello me inquieta. Anteayer, sin ir más lejos, el presidente del Parlamento libio salió ileso de un atentado… Y es que, amigos míos, la lista de las palabras, las frases y las fórmulas empleadas alegremente con escaso rigor, correspondencia o imaginación es infinita. Por ejemplo: ¿Cómo podemos llamar a Oriol Junqueras cap de l’Oposició si en realidad es el cap de la Composició?
¡Ay las palabras! ¡Cuán preferible sería a veces el silencio! No quisiera parecerles exigente ni quisquilloso. Un moralista francés nos dejó dicho que la palabra es mitad de quien la pronuncia, y mitad de quien la escucha. Estamos, pues, en nuestro derecho de exigir satisfacción en la parte que nos toca.
Otra perla para terminar. Quizás Oriol Junqueras no ha leído el libro de Toni Negri “Goodbye Mr. Socialism” y no duda al definirse como socialdemócrata. Más palabras, eso y nada es nada. En un momento histórico en que la socialdemocracia se ha abierto a sí misma en canal preguntándose qué es Europa y hacia dónde va, su autodefinición no tiene mérito ni le compromete. El líder de ERC tiene su antídoto particular; podrá usar, a conveniencia, el eje autodeterminista para justificar recortes y privatizaciones camino de una transición nacional de significado incierto… como muchas de las palabras que profieren los que nos rodean.