El blog d'en Joan Ferran

3.3.13

MAS: ¿POSTMODERNO O "FOUCHETISTA"?





En estos tiempos de micrófonos ocultos, espías, amantes y floreros, vuelve a emerger el nombre de Joseph Fouché. No es la primera vez que ocurre. Alguien, no hace mucho, afirmó que Alfredo Pérez Rubalcaba era el Fouché español. La comparación se fraguo en la Caverna mediática. El dirigente del PSOE y el enigmático político francés de finales del siglo XVIII y principios del XIX se convirtieron, contra su voluntad, en pareja de hecho. Un personaje éste último versátil e intrigante, descrito con erudición y maestría por el austriaco Stefan Zweig en su obra: “Fouché, el genio tenebroso”. Pero aquello se olvidó. La filtración de borradores supuestamente comprometedores para la familia Pujol, en vísperas de la elecciones autonómicas, sirvió de inspiración para que más de un analista adivinara paralelismos entre esa documentación anónima que salía a la luz y las deleznables prácticas que el francés utilizaba en su época. Pero leyendo a Zweig creo que uno puede sonsacar de su obra algo más que buena literatura, análisis psicológicos y prácticas de subversión e intoxicación política. El lector, por ejemplo, puede alucinar ante la camaleónica habilidad con la que algunas personas pueden adaptarse al medio intentando subsistir sin perder parcelas de poder. Según el escritor austriaco: “… el mismo hombre que fue sacerdote y profesor en 1790, saqueaba iglesias en 1792, fue comunista en 1793, multimillonario cinco años después y Duque de Otranto algo más tarde”… Espectacular.
Emparejar hoy a según qué políticos españoles, o catalanes, con el incombustible galo devendría un ejercicio muy sobado. No lo haré. Pero sí pretendo comentar el magnífico artículo publicado en El Periódico, por Manuel Cruz, titulado “Si ets Mas, on vas?”. En él, nuestro filósofo, afirma que el president de la Generalitat encarna la figura del político postmoderno capaz de variar su mensaje al compás que cambia el humor del elector. Es decir, estaríamos ante una tipología de político que se deja llevar por las variables emocionales externas que cree descubrir en cada momento. Artur Mas, en pocas horas, cambio de pareja de baile; trocó un concierto económico en pacto fiscal; transformo el embrión de unas estructuras de estado en el anuncio de la constitución de un nuevo estado. Y todo ello en un plis plas. Así las cosas no es asombroso que, tanta aceleración de partículas, provoque el enfado del incombustible Duran Lleida. El dirigente de Unió ve peligrar la venerada centralidad de la que ha presumido CiU a lo largo de su existencia.
A la vista de lo que está sucediendo en este país, un servidor de ustedes se confiesa incapaz de comprender si Artur Mas es el arquetipo del político postmoderno, un seguidor del tradicional oportunismo táctico “fouchetista” o ambas cosas a la vez. La respuesta la dará el tiempo cuando las viejas excusas centrifugadoras pierdan credibilidad y él, y los muleta/tapadera de ERC, deban administrar recortes, presupuestos y conflictividad. Nada mejor para concluir este modesto artículo que nuevamente las palabras de Stefan Zweig
" Y diariamente vemos de nuevo que en el juego inseguro y a veces indolente de la política no vencen los hombres con clarividencia moral, de convicciones inquebrantables, sino que siempre son derrotados por esos jugadores profesionales que llaman diplomáticos, esos artistas de manos ligeras, de palabras vanas y nervios fríos”.