MAS Y MONTESQUIEU
Vamos a suponer que Artur Mas obra de buena fe convocando sus cumbres contra la corrupción. Vamos a obviar cualquier sospecha, o consideración, acerca de la posible utilización del evento para un lavado de imagen. Tampoco voy a apuntar que tras la propuesta del President pueda esconderse un deseo de recuperar la iniciativa, de marcar la agenda política, o mediática, desde parámetros más amables con su gobierno o coalición. Incluso pasare por alto la recomendación a Mas - verbalizada por Dolors Camats- para que limpie primero su entorno político. Confió que si no lo hace, y hay motivo para ello, lo hará de oficio la justicia. Voy a dejar todo eso aparcado para tiempos mejores en los que el enfado del ciudadano decrezca y podamos volver a discutir sobre el sexo de los arcángeles.
Artur Mas ha convocado una reunión en la cumbre y los llamados a la misma han acudido prestos, con talante colaborador. Son personas amables, cultas y educadas. Pero me asalta una duda, a saber:
Miguel Ángel Gimeno presidente del TSJC, Martin Rodríguez fiscal superior de Catalunya, Daniel de Alfonso de la Oficina Antifraude, los Síndics de Comptes i Greuges… ¿Han asistido sin reparos y tribulaciones a la cita de Mas? Vayan ustedes a saber.
Aunque la causa sea buena, quizás, en algún momento del encuentro, les haya venido a la mente aquellas clases de bachillerato, sobre la Ilustración, en las que el nombre del Barón Montesquieu se explicaba asociado a la separación de poderes. Y es que amigos… tal como van las cosas tal vez no conviene mezclar, improvisadamente, ejecutivo, legislativo y judicial.
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