LAS VERDADES DE DURAN
Dicen los que le conocen bien que Duran Lleida disfruta fabricando titulares de prensa, que se deleita con ellos, que ejercen sobre su ánimo y carácter un efecto estimulante. Cuando son favorables su ego siente el vigor tonificante que produce una bebida energética. Cuando son adversos le sumen en un mal humor expansivo que han de soportar, estoicamente, colaboradores y allegados. Así es él, dicen.
Pero en honor a la verdad hay que reconocer que Duran es uno de esos especímenes políticos que está por encima de la media. Lo está por su permanencia a lo largo de décadas en el candelero, pero también por su maestría para aproximarse a la diana, al acierto analítico. El líder democristiano no deja indiferente, se le zahiere tanto como se le considera. A veces Duran juega a vidente, a predecir los peligros que depara el futuro basándose en las enseñanzas del pasado. Y eso, guste o no, tiene mucho que ver con lo que hemos dado en llamar experiencia o, si me apuran, ‘sabiduría’.
Cuando Duran Lleida advierte que los partidos que copian el discurso de otras formaciones políticas corren el riesgo de perder terreno por que los electores prefieren la versión original a la copia, acierta. Probablemente Duran se cura en salud ante los dardos envenenados que le lanzan los sectores radicales de su coalición que le atribuyen el retroceso electoral de CiU en las elecciones autonómicas; también en las encuestas que circulan por los despachos del Govern. Quizás sí, pero Duran verbaliza una gran verdad comprobable, no sólo por la fuga de votos que han sufrido las listas convergentes hacia otros espacios, si no también la que padecen -o han padecido- otros partidos al aceptar como propio el relato y los conceptos que les eran ajenos. La contaminación existe y muchas veces la cohabitación, en o fuera del ejecutivo, debilita.
Duran es uno de los grandes y meritorios supervivientes. Siempre ha flotado y esquivado los torpedos procedentes del fuego amigo y las minas sembradas por los adversarios. Pero más allá de sus maniobras, buenos contactos y habilidades, deberíamos valorarle su capacidad para percibir la realidad política y, aún más, cuando gusta aliñarla con dosis de sentido común. Recientemente Duran nos ha alertado respecto a la ficción de un soberanismo de cartón piedra, hoy lo ha hecho acerca de los peligros que comporta la adopción de discursos ajenos, ayer lo hizo sobre la dificultad de acordar políticas con ERC vista la experiencia del Tripartito…
Cuando un país se haya en manos de unos gobernantes incapaces de gestionar, obnubilados por el eco emocional de sus soflamas, se agradecen titulares fruto del sentido común.
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