IGLESIAS Y LOS SOCIALISTAS
Un frio mes de noviembre de 1927 el diario soviético ‘Pravda’ publicaba un extenso artículo de Stalin con motivo del X aniversario de la Gloriosa Revolución de Octubre. Tras glosar ampliamente esa efeméride, y anunciar que un mundo nuevo se abría ante la humanidad, el dirigente comunista arremetió contra la socialdemocracia aseverando sin sutilezas:
“No se puede acabar con el capitalismo sin acabar con la ideología socialdemócrata en el movimiento obrero”.
No contento con ello Stalin aun fue más allá atacando a personalidades como León Blum, Max Adler, Otto Bauer y unos cuantos líderes socialistas más. Afirmo:
“los políticos socialdemócratas son verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, lugartenientes de la clase capitalista”.
Poco tiempo después alguien acuño el concepto ‘socialfascista’. Sí, para quienes no la tengan presente sepan, que esa palabreja fue usada por la Internacional Comunista a lo largo de los años treinta del pasado siglo, para etiquetar a los ‘traidores’ socialdemócratas y a los marxistas heterodoxos.
Han pasado casi noventa años del artículo de Stalin pero, salvando las distancias, hay tics, situaciones, elementos y aspectos que recuerdan aquellos tiempos pretéritos. Hay quien sigue pensando, desde el ámbito de las izquierdas, que el socialismo democrático es un enemigo a liquidar, una competencia a abatir. Y lo es, sobre todo, cuando muestra una faz posibilista y un talante pragmático sin demagogia ni estridencias.
El neoleninismo de facultad tira de eufemismos; ya no nos habla de lucha de clases sino de los de arriba y los de abajo, de lo nuevo y lo viejo, de generaciones… Pero ¡Oh paradoja! Ahora que nadie juega ni a la griega ni a la venezolana, lo viejo es precisamente el infantilismo de izquierdas, el verbalismo (aunque sea televisivo) y la erosión a los ‘sociatas’ por un puñado de votos. Si la táctica de los neocomunistas prospera hay Rajoy para rato… O Soraya.
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