¿ICETA?
No hace mucho tiempo de ello. Cuando en el PSC algunos tocaban la marcha fúnebre de Sigfrido llegó el comandante Iceta –y como decía Carlos Puebla- mandó a parar. Le metió swing al socialismo catalán y las elecciones autonómicas fueron bálsamo sobre heridas. Y no sólo eso, en ausencia de mentes decididas, preclaras y ordenadas asumió la dirección del PSC catalán cuando el navío iba contra las rocas sin timonel.
Personajes como Miquel Iceta no abundan en la política de nuestro país. Cortés, culto, leído, buen polemista y de respuesta tan ágil como acerada, tan educada como incisiva. Explorador de acuerdos, antes que conquistador, más seductor y noble que tramposo. Iceta, intelectualmente, es un tipo sólido, capaz de dialogar sin complejos con personalidades que se mueven en el cosmos del pensamiento cultural y filosófico, que habitan más allá del politiqueo. ¿Cuántos políticos en activo podrían resistir la prueba del algodón de la solvencia intelectual? Pocos. Miquel no es un personaje engolado ni engreído, tampoco un producto pedante de facultad de ciencias políticas. Es, simplemente, un tipo listo que ha trabajado la sensatez y se ha renovado –más que otros- cultivando el pensamiento. Algunos hombres grises le acusan de falta de temperamento para el liderazgo. Discrepo. Esos aun no han percibido que el tiempo del imperativo categórico ha terminado. Alardean de renovación pero no se la aplican ni a ellos ni a sus peones.
Ustedes se preguntaran a qué viene tanta glosa alrededor del bueno de Miquel. Muy sencillo, un servidor se subleva contra ese fenómeno que se produce en determinados ámbitos intelectuales, laborales, periodísticos y políticos. A saber: no valorar suficientemente lo que se tiene en casa para idolatrar lo ajeno, o aparente, por juvenil y novedoso.
Vivimos una época en la que escasea la calidad humana en el mundo de la política. Espero y deseo que los socialistas catalanes no tiren de nuevo por la borda experiencia y patrimonio.
Iceta es un hombre respetado más allá de las fronteras de su cofradía. Craso error sería apartarlo de primera línea de combate (no creo que ello vaya a suceder pero por si acaso). Les aseguro que si ello ocurriera lo lamentarían incluso sus adversarios. La mediocridad asentada sobre cómodos butacones institucionales abunda y, acomplejada, muerde aunque sea en diferido. En este erial que es la política catalana si emerge alguien que despunta lo inteligente es mimarlo y dejarle jugar... A su tiempo hay sitio para todos y todas.
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