PILAR RAHOLA Y LA RESILIENCIA
Pilar Rahola, como cualquier bicho viviente, está sujeta a la ley de Crono, a la evolución física y mental. De un tiempo para acá percibo en esta señora mutaciones y cambios discursivos que la aproximan, cada vez más, a una contadora de fabulas para no dormir. Supongo que algo queda en ella de aquella concejala que ejercía de muletilla traviesa bajo el mandato de Pasqual Maragall. Quien tuvo retuvo. In illo témpore se movía dicharachera por el consistorio barcelonés con un discurso un pelín social y una cierta ‘modernidad’ animalista. Pero todo fluye y, obviamente, la frescura no permanece eternamente. Quizás el paso de los años le haya injertado a la buena de Pilar -aunque simule moverse por los márgenes- el apego a los valores considerados seguros del pensamiento ‘hegemónico’ del nacionalismo conservador. Multi televisión pública, columna en prensa y radio, exigen una pose con un precio a pagar. La Pilar biógrafa de presidentes caídos ha dado paso a la Rahola hagiógrafa de presidentes huidos. La Pilar vocera de lo que convenía, o no, al independentismo, ha dado paso a una columnista que se identifica con la llamada corriente de Maidan. Pilar escribe bien -siempre lo señalo- pero sucumbe muchas veces a conceptos y palabras de moda. Su última aportación a la causa del secesionismo ha sido un artículo en la Vanguardia titulado “La Resiliencia” donde dibuja la capacidad de adaptarse y superar la adversidad que, supuestamente, posee el independentismo. En él se muestra en toda su plenitud la Rahola en su última fase metamórfica. Nos cuenta emocionada cuan sereno, valiente y sacrificado ha sido el independentismo a lo largo de los últimos años, y cuan obtuso, miope y equivocado está ‘lo español’. En esta última versión/fase de la Rahola no hay reparto de responsabilidades entre las partes. Ya saben, todo lo nefasto viene de allá, todo lo heroico reside acá o en Waterloo. Pues bien, permítanme -sin intentos de amagar causas y problemas- una rima fácil; en la Cataluña independentista no predomina, como sostiene Pilar, la famosa resiliencia, si no que anida la insolvencia. Es decir: la incapacidad de gobernar, de legislar, de acordar una hoja de ruta, de dialogar, de pactar sin amenazar… Aquí con Quim Torra, y allá con Puigdemont, habita la insolvencia y no la resiliencia que nos pregona y vende, de forma entusiastica, una Pilar ‘evolucionada’.
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