El blog d'en Joan Ferran

16.11.18

ERNESTO EL CAIMÁN....

                                             
Corría el año 1941 cuando un colombiano,   José María Peñaranda,   compuso una de las más famosas cumbias que existen.    Una cumbia que lleva por título ‘Se va el caimán’.   El bueno de José María, en aquellos instantes creativos, no podía llegar a imaginar el grado de popularidad que alcanzaría su obra y, aún menos, la utilización de la misma como estribillo contestatario. ‘Se va el caimán’ sufrió censura y prohibiciones en algunos países latinoamericanos, también en España. Cuenta Gabriel García Márquez, en sus ‘Textos Costeros’ haberla oído cantar durante el franquismo en un cine barcelonés.        Narra el escritor que, cuando en el NO-DO apareció la imagen del dictador, el público la tarareó.    Dicen los bien informados que la letra de la canción está basada en una leyenda caribeña, según la cual, un hombre del poblado de El Plato, cercano a Barranquilla, recurrió a un brujo para que le proporcionara una pócima transformadora. El solicitante del brebaje pretendía observar de cerca a las mujeres que se bañaban en el rio Magdalenas, sin ser visto. El encantador le ofreció dos frascos con virtudes transformadoras de ida y vuelta.   Con el tiempo el relato ha adoptado diferentes desenlaces finales pero, en esencia, el personaje en cuestión,    combinaba a conveniencia un talante sereno y comedido con otro de caimán… 

 Y ya lo ven, no lo he podido evitar. Informado de que Ernest abandona el Govern Torra, dispuesto a conquistar la alcaldía de Barcelona, me vino a la mente la tonadilla de ‘Se va el caimán’. ¡Qué cosas tiene el subconsciente! Quizás me haya dejado llevar por el Diccionario Latinoamericano de la Lengua Española cuando sostiene que, en Venezuela, un caimán es una persona con intenciones dudosas o de escasa calidad. O, en Nicaragua, que se cataloga como ‘caimán’ a los personajes que miente mucho o que viven de fantasías. Sea como fuere, el anuncio de nuevo destino-misión de Ernest, me trajo a la mente la historia hecha música del voyeur de Barranquilla. Y es que amigos, cuando Ernest -alias ‘el Tete’- toma del frasco del brujo caribeño, se transforma en un cascarrabias y salta la noticia. Ejemplos los hay en exceso. Valga como prueba inicial repasar su discurso, supuestamente institucional, desde la Mesa de Edad del Parlament. Nunca nadie antes, a inicios de una legislatura, había empleado un tono tan desafiante, desabrido, agresivo y desbocado como él. Si la memoria no me falla, en tiempos del Tripartito, también fue Ernest quien torpedeó a Montilla al afirmar que el gobierno era un ‘artefacto inestable’. Todo el mundo entendió aquello como una bofetada a IC y también a los antecesores de sus actuales padrinos de ERC . El caimán fantasioso, si seguimos la definición nicaragüense, presentó en sociedad un partidillo efímero que osó llamarse Nova Esquerra Catalana. Luego vino el periplo europeo para recalar finalmente de conseller en Acció Exterior (este titulín me recuerda a Mikimoto). Ahí seguramente salió a flote el caimán -versión venezolana- que lleva dentro atribuyendo, injustamente, a la ministra Meritxell Batet algo que no dijo. Retó a Josep Borrell, le acusó de panfletario y llegó a afirmar que “está empezando a prohibir Europa”. Etc. Etc. Bien, pasemos página. Dicen que se va del Govern para triunfar en la ciudad condal, para hacer patria y combatir a las élites (sic). Deseo, de corazón, que apure el contenido del otro brebaje de la leyenda caribeña. Sí, el que restaura a los convertidos en caimán a su condición de humanos. De no ser así Ernest, el de la Mesa de Edad, se irá un pelín más decrépito ‘pa Barranquilla’.