¡
A LA MIERDA!
‘Colapso ’rezan algunos titulares... Obvio. Si uno de los inspiradores de la metafísica del Govern es un filósofo ‘cardoso’, que usa las páginas de los periódicos para sentar doctrina, estamos apañados. Si la estrategia política del ejecutivo catalán viene dictada por las genialidades de un enjuto catedrático-tertuliano, y su becaria, les aseguro que Cataluña seguirá camino del caos. Si la omnipresente musa literario-televisiva del procés se ha vuelto fondona de ideas, y sólo es capaz de parir panegíricos y propaganda amarilla, las sonrisas mutarán a muecas y el aroma de libertad se acabará en nuestros hogares. Si algunos partidos, mirando de reojo al adversario, cambian de alfiles a media partida, sin importarles las reglas del juego, es que aquí todo vale. Incluso tomar el nombre y la obra de los viejos próceres de la ciudad en vano. Aviso para navegantes: eso será una estafa. Si el camino a seguir lo ha de marcar un fugitivo de la justicia, rabioso y resentido, desde Bruselas, vamos al abismo. Si un vicario, harto de ratafía, amenaza con el apocalipsis, si una rubia pierde el ‘oremus’, si el más rufián del Congreso intenta rehabilitarse marcando terreno desde la sensatez es que nada es lo que parece. Nada es verdad aunque nos lo vendan a dúo, en rueda de prensa, un político alto y otro bajito. Aunque la caja estúpida del régimen lo edulcore, y su pregonera radiofónica lo declame con los buenos días. Si siguen peleando como niños, porque no hay juguetes para todos, el futuro que nos espera será aun más triste y aburrido que éste presente.
Suceden tantas cosas en la política catalana, y en tan poco tiempo, que el subconsciente vuela y asocia al presente elementos, vivencias y conocimientos del pasado.
Al contemplar las incidencias del último pleno del Parlament me vino a la mente, vayan a saber porque, la figura de Fernando Fernán Gómez y su obra ‘El viaje a ninguna parte’. Todo un artista Don Fernando, excelente novelista y académico de la lengua. Ustedes me perdonarán. No quisiera pecar de escatológico, pero por la cabeza también paseó uno de sus habituales ataques de genio que bordó con su ya famoso: ¡Váyanse ustedes a la mierda! ¡Déjenme en paz!... Pues eso.
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