PUIGARAÑA
No les voy a narrar a ustedes lo que escribe la periodista Lola García en su magnífico libro ‘El Naufragio’ y del que La Vanguardia nos ofreció un adelanto editorial hace unos días. El Periódico, al igual que García, también nos ha contado con todo detalle lo acontecido en las horas posteriores a la declaración unilateral de independencia el 27 O, así como la naturaleza de las consignas dadas por Carles Puigdemont a sus desorientados consellers antes de evaporarse. El “Mañana, todos a los despachos”, pronunciado por el ex presidente, pasará a la historia de Cataluña como el mayor ejercicio de escapismo, y dejación de responsabilidades de un gobernante de la Generalitat, desde que Josep Dencàs huyera - en otro octubre - al extranjero vía alcantarillado. El galimatías otoñal de 2017 se ha saldado con Junqueras y compañía en prisión, y Puigdemont de gira europea con su séquito.
Cuenta la leyenda que en el siglo XVIII un capitán de navío vasco, llamado Arana, recorría las costas peninsulares reclutando personal para ir a combatir las insurrecciones que se producían en las colonias de ultramar, paradójicamente él no emprendía viaje alguno, permanecía en tierra ejerciendo de banderín de enganche. Con el tiempo, las gentes del pueblo llano se percataron del engaño y transformaron el nombre de Arana en Araña, concediéndole así un carácter más repulsivo, aún, a esa actitud embaucadora, ruin y traidora. El hecho despertó las más variadas coletillas y, desde entonces, la expresión ser (o hacer de) Capitán Araña, que embarca a otros y él se queda a resguardo, se aplica para calificar la conducta de quien, tras inducir a otros a realizar una tarea espinosa, personalmente se abstrae de participar en ella.
Carles Puigdemont es el gran capitán Araña de la fase terminal del procés: anima a los otros a enfrentarse con la justicia, a desobedecer o a salir a la calle a protestar. Mientras tanto él pretende marcar la agenda política desde la comodidad de su corte belga en Waterloo, y de las idas y venidas se su vicario Quim Torra. Lo publicado por Lola García y por El Periódico es un ejemplo de ese método irreflexivo de Puigdemont de hacer política en beneficio propio, que nos lleva inexorablemente al conflicto y la fractura social. Analistas solventes, como José Antonio Zarzalejos, lo tienen claro cuando nos alertan que Puigdemont impulsará un Consell de la República y la Crida sin importarle lo más mínimo las consecuencias nocivas de esas iniciativas de cara a las conversaciones con el gobierno de España. Al final los hechos van a dar la razón al ministro Josep Borrell cuando insinúa que ‘Lo peor aún puede estar por llegar’.
<< Home