El blog d'en Joan Ferran

3.7.18

QUIM TORRA ES UN OBSTÁCULO PARA LA NORMALIZACIÓN...






TORRA: “YA NO TE AJUNTO” 



 “Ya no te ajunto” era la frase mágica. ¿Quién no recuerda esta expresión infantil en boca de chiquillos cabreados ante una jugarreta o un desdén? “Ya no te ajunto “. Es lo que ha balbuceado un bisoño, e inseguro, presidente de la Generalitat ante la visita de Felipe VI a Cataluña. El Torra de hoy es el paradigma del no sabe no contesta. Es un presidente dubitativo que vegeta y actúa al servicio de los intereses de un prófugo que reside en el extranjero. El numerito de Quim Torra y corte, respecto a la figura del jefe de estado, es un desprósito que no tiene justificación posible. Empezó el serial con cartitas de adolescente firmadas a tres; acabó la comedia con la insinuación, de la excelsa Artadi, de que los pitos a Torras estaban orquestados por fuerzas ocultas. Craso error el de un Govern falto de oficio e inteligencia. Las formas tienen importancia, los protocolos razón de ser, y la liturgias su cometido aquí y en China. Les ruego no vean en estas afirmaciones un perjuicio de pequeño burgués acomplejado por el boato y ajeno a los nuevos tiempos. Todo lo contrario, vean en ello un intento de combatir la banalización de la política y recuperar el respeto hacia todo aquello que nos representa colectivamente sea, o no sea, de nuestro agrado. Las instituciones, las jefaturas de estado y las autoridades, elegidas democráticamente, deben ser respetadas como garantía del funcionamiento armónico de nuestra sociedad. Capítulo aparte merecen -y comentario para otro día- aquellos electos que infringen las leyes y se evaden. Más allá de los Pirineos nuestros vecinos parece que tienen claro e interiorizado el jaleo de los ceremoniales . En este sentido permítanme que me detenga en una noticia que merece ser valorada. Diversos medios de comunicación narraron que el presidente francés, Emmanuel Macron, se encaró a un joven por haberse dirigido a él con un jocoso "Ça va, Manu?". La anécdota tuvo lugar durante un acto en París, conmemorativo del 78 aniversario del mensaje del general De Gaulle al país. El dirigente francés no se lo dejó pasar y respondió al joven solemnemente: “Estás en una ceremonia oficial, así que compórtate. A mí me llamas señor presidente de la República o señor, ¿entendido?" Chapeau! Instantes después Macron reconfortaría al pasmado muchacho con una palmadita y cuatro recomendaciones sobre el trabajo responsable y el estudio. En resumen: Hay que saber estar, comportarse debidamente y hablar cuando corresponda. La inauguración en Tarragona de los Juegos del Mediterraneo era un acto oficial. Quim Torra y los firmantes de la carta al monarca español, al igual que el mozalbete galo, han demostrado no tener ni puñetera idea de lo que es saber estar, ni del rol asignado a los jefes de estado; poco importa sean estos monarquía o república. Deberian saber, también, que el Rey no puede aceptar reuniones políticas sin el oportuno placet del gobierno de turno, y que una ciudad ilusionada con sus juegos no puede ser moneda de cambio para intereses partidistas. Pero a nuestros desnortados independentistas, lenguaraces y postureros, todo esto les da igual. 
La desaparicion de Rajoy ha dejado un hueco que precisan rellenar y buscan un chivo expiatorio a quien imputar todas las ‘desgracias’ del país. La señora Artadi es la encargada de denostar, en ruedas de prensa y apariciones publicas, a todo aquel que no se ajuste a su quejumbroso tango porteño. Para mantener la llama ahora le toca sufrir al Rey y en breve, tras el nueve de julio, será el turno de Pedro Sánchez. A Quim Torra, redactores de epístolas angustiadas y portavoces estresadas, les convendría interiorizar algunas reflexiones útiles para la vida política e institucional. Sirva de ejemplo la frase que Rainiero de Mónaco -otro monarca- nos legó: “El protocolo es la última barrera contra la mala educación”. No es menester ser monárquico para interiorizar con inteligencia el mensaje. El famoso “Ya no te ajunto “es de mala educación. Está bien para un patio de escuela y algarabia infantil pero no para el diálogo y la política seria.