PUIGDEMONT, EL
ANARQUISTA
El nuestro es un país de paradojas. Mientras que el llamado ‘procès’ ha conseguido centrifugar hacia aguas más tranquilas a bancos, empresas, turistas miedosos y emprendedores varios aquí, sin ir más lejos, algunos propietarios de autocares hacen su agosto -y hacen bien- cada vez que el secesionismo decide organizar una performance o necesita figurantes procedentes del agro. También consiguen dineritos extras los confeccionadores de esas camisetas de colorines -chinos o no- destinadas a uniformar al personal para que la cosa se vea tope guay. No vaya a ser que cuando el helicóptero, con las cámaras de TV3, sobrevuele la procesión a la espera de la soflama emotiva y mística, la cosa quedara deslucida. Pero los próceres del movimiento no descansan y, en su afán educador, han echado mano ahora del mundo editorial. Sí amigos, no sólo de autocares, camisetas y otras zarandajas vive el ‘procés’, sino también de fortalecer los hábitos de lectura mediante la difusión del libro doctrinal. No se lo pierdan. En las mejores librerías del país podrán encontrar un montón de novedades editoriales que relatan cómo viven los políticos presos su estancia en la cárcel. Les explicarán las impresiones, reflexiones y miedos que les produce la despiadada y vengativa justicia española. Más aún, hallarán también libros escritos por los hijos y esposas de los detenidos, y alguna ‘exquisitez’ literaria a cargo de la ex consellera Meritxell Borrás…
Pero la obra por excelencia, la definitiva, parece ser sin lugar a dudas el libro que contiene la conversación de Carles Puigdemont con el periodista Olivier Mouton, titulado “La crisis catalana, una oportunidad para Europa”. En él, un desacomplejado Carles Puigdemont nos cuenta que “llevo dentro de mí una especie de pulsión anarquista”. Valtònic también da fe de ello. Uf! No tengo ni idea de lo que puedan pensar al respecto, ante un individuo que persigue construir un nuevo estado en lugar de debilitarlo, los seguidores de la divina acracia, pero me lo imagino.
Según teorías psicoanalíticas tanto de Freud, como de sus epígonos, la pulsión es una fuerza que invita al individuo a realizar una acción determinada con el fin de satisfacer una tensión interna, generalmente de tipo sexual. ¿Por ventura le ocurre eso al fugitivo de Waterloo? O no, olviden lo sexual, quizás tras leer a G K Chesterton en ‘El hombre que fue jueves’ ha preferido jugar al equívoco haciéndose pasar por un anarquista romántico y arrebatado. En la obra del británico todos los ‘idealistas’ eran infiltrados de Scotland Yard ajenos al ideario ácrata… En el caso de Puigdemont, visto lo visto hasta ahora, todo es posible.
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