COLLBONI MUEVE FICHA
Jaume Collboni se quitó la mascarilla en el Círculo de Economía. Habló claro y se le entendió todo. El edil socialista quiere que el mundo empresarial sepa que es un político serio, fiable y comprometido con los agentes dinamizadores de la ciudad. Es el hombre que encarna el sí frente a la retórica de los Comunes basada en el no sistemático; es la reivindicación del humanismo práctico en contraste con los tics despóticos de un urbanismo táctico mal administrado. Ante el presidente de la entidad, Javier Faus, y observado de cerca por el ministro de exteriores, José Manuel Albares, rescató la idea de convertir el aeropuerto del Prat en un elemento al servicio de la recuperación económica de la ciudad y la creación de empleo. Tras dos años de pandemia las grandes metrópolis, Barcelona lo es, se enfrentan al reto de reactivar la economía, mejorar la calidad del aire que respiran sus habitantes y reducir el impacto ambiental que generan sus actividades. En su intervención, el primer teniente de alcalde propuso un plan de internacionalización para la ciudad, combinado y compatible con políticas sostenibles, inclusivas y de justicia social. Diserto acerca de la importancia de los mercados asiáticos y de la necesidad de convertir Barcelona en un gran hub intercontinental. Pocos minutos antes había comentado en petit comité, que contemplaba las políticas de movilidad como un agente estratégico para potenciar el dinamismo económico. Coincidía así con el presidente del RACC, Josep Mateu, con Gabriel Jené de Barcelona Oberta y Roger Pallarols del Gremi de Restauració.
Es curioso, cada vez que en Cataluña se plantean proyectos de envergadura, aparecen en escena los herederos de los ludistas del siglo XIX que se oponían a los avances de la Revolucion industrial. Aquellos destrozaban y quemaban máquinas y telares, los de hoy bloquean el progreso e incineran ilusiones. Cataluña no puede renunciar a un aeropuerto de primera categoría con conexiones directas con todos los continentes. Tampoco puede, ni debe, prescindir de unas inversiones millonarias que generarían miles de puestos de trabajo. Estas políticas negativas ya las hemos padecido con anterioridad. Barcelona tiene memoria y hemerotecas. Los que en su día se opusieron a la llegada del AVE a la ciudad condal, hoy callan como bellacos al comprobar que se ha convertido en un medio de transporte popular, sostenible y relativamente barato. Recuerden, sin ir más lejos, el catastrofismo de CiU, Xavier Trias y Joan Rigol respecto al trazado del túnel por el centro de la ciudad. Recuerden también, como vaticinaban daños en la basílica de la Sagrada Familia. O los que desde la izquierda jugaban a confrontar la red de Cercanías con la de Alta Velocidad. Los detractores de antaño se han convertido hoy en usuarios impenitentes de la alta velocidad. Mucho me temo que si la ampliación del aeropuerto llega a ver la luz, algun día ocurrirá algo parecido con los vuelos. Sobre la marcha vamos acostumbrándonos a las rectificaciones. Pasó con el Mobile World Congress hace unos años, con la Copa América de Vela Colau ha rebobinado a tiempo, no fuera caso que Collboni -que fue quien impulsó la idea- se llevara el gato al agua.
Interpreto la intervención de Jaume Collboni en el Círculo de Economía como un punto de inflexión. Toca articular políticas serias, rigurosas y compartidas con los generadores de riqueza de la ciudad. Urge actuar sobre lo social, sobre las políticas de seguridad y el urbanismo. Va llegando el momento en que cada uno explicite qué modelo estratégico de ciudad defiende y como se avanza hacia él. El socialista ya ha movido ficha, los demás...
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