El blog d'en Joan Ferran

13.10.05

Us recomano un article d'un antic company meu de l'Institut Milà i Fontanals, Norbert Bilbeny, publicat avui a La Vanguàrdia

España, 'nación de naciones'

No es absurdo ver a España como nación de naciones. Puede que este país sea eso, en realidad, y esté ahí la clave de su permanencia. Hay otros países similares; no somos una excepción. Estos países se mantienen en la historia porque tratan de combinar la unidad del territorio y de los poderes nacionales con la pluralidad cultural y nacional del conjunto de sus ciudadanos, constituidos en un solo pueblo soberano. Entiendo, con la Constitución española, que si se niega al pueblo español lo primero, su Estado nacional, o lo segundo, su configuración plurinacional, se le conculca su soberanía como pueblo. Es lo que pasaría si Catalunya marchara unilateralmente de España. Osi ésta no reconociera la realidad nacional de aquélla, la cual es parte de un solo y mismo pueblo. Se le negaría al pueblo español su condición de soberano. En los términos de la Constitución, un extremeño, por ejemplo, debería protestar por la secesión de Catalunya. Pero también, al contrario, por el no reconocimiento nacional de esta comunidad. Le va algo suyo. ¿Cabe la nación catalana dentro de la española? ¿Es compatible el artículo uno del proyecto de Estatut ("Catalunya es una nación") con el dos de la Constitución ("unidad de la nación española")? Sí, porque en realidad así se viene mostrando. Y porque si atendemos al concepto mismo de nación, las dos cosas juntas no son antitéticas. Veamos. Una nación es una comunidad diferenciada cuyos miembros la identifican políticamente como tal. La gran mayoría de los catalanes se identifica políticamente con Catalunya, pero también con España. El actual proyecto de Estatut así lo recoge: Catalunya, nación, pertenece como comunidad autónoma a la nación española. No hay absurdo ahí, mientras se defina la nación en los términos políticos antedichos. Si la identificamos con una etnia, una esencia metafísica, o simplemente es la bandera de nuestros miedos y prejuicios (hay muchos que se aferran al partido nacionalista porque no han tenido patria en su infancia o adolescencia), entonces es otra cosa. Pero, recordémoslo: la identidad nacional es política, no cultural. Catalunya nación no es la catalanidad; España nación no es la hispanidad. Estos sentimientos no están en el Estatut ni en la Constitución. Luego uno puede pertenecer a la vez a la nación catalana, española, europea, mundial, aunque es humano que se sienta más de una que de otras. El cosmopolita, por ejemplo, preferirá la última, y el patriota las primeras. Quien acuñó la expresión de España como nación de naciones, el ingeniero segoviano Anselmo Carretero, era un patriota castellano (y amigo de Francisco Tomás y Valiente, asesinado por ETA). Así, del mismo modo que puede haber un Estado de estados (Alemania), un pueblo de pueblos (Europa), una tierra de tierras (Castilla), un país de países (Francia), una cultura de culturas (Occidente), una comunidad de comunidades (Reino Unido) o una familia de familias (y todos pertenecemos a una), ¿cómo no puede existir una nación de naciones? Cual Bélgica, India, Canadá, o España. Si Catalunya se reconoce como comunidad autónoma dentro del Estado de las autonomías, fundado en un solo pueblo soberano, puede definirse a sí misma como nación y el pueblo español entero debe admitirlo, porque de lo contrario sería revolverse contra sí mismo. Ahora todos tenemos que hacer el esfuerzo patriota de admitir, por su bien, que España es una gran nación de naciones.

NORBERT BILBENY, catedrático de Ética, Universitat de Barcelona