Ferran Mascarell se ha contagiado de la visión nacional/provinciana de la historia y la política. Ha afirmado, sin rubor, que las protestas de la Puerta del Sol, o de la Plaza Catalunya, son causa de la falta de una "identidad compartida". Me atrevo a sugerir a Mascarell, y demás miembros del Govern, que lean al profesor Paolo Virno (Napoles 1952) Catedrático de Semiótica y Etica de la Comunicación, autor del libro"Gramática de la Multitud" con el deseo de que recuperen elementos para el análisis más alla de los latiguillos identitarios.
...la nueva Multitud no es un torbellino de átomos a los que todavía les falta la unidad, sino la forma de existencia política que se afirma a partir de una Unidad radicalmente heterogénea en relación al Estado: el Intelecto público. La multitud no concierta pactos, ni transfiere derechos al soberano, porque dispone ya de una «partitura» común; nunca converge hacia una voluntad general porque comparte ya un general intellect. 1) La Multitud obstruye y desmonta los mecanismos de la representación política. Se expresa como un conjunto de «minorías activas», de las que ninguna aspira, sin embargo, a transformarse en mayoría. Desarrolla un poder refractario a la idea de hacerse gobierno. El hecho es que cada uno de los elementos de la multitud parece inseparable de «presencia de los otros», inconcebible fuera de la cooperación lingüística o de la acción-en-concierto que esa presencia implica. Pero la cooperación, a diferencia del tiempo de trabajo individual o del derecho de ciudadanía individual, no es una «substancia» extrapolable o conmutable. Puede ser sometida, es cierto, pero no representada ni, mucho menos, delegada. La Multitud, que tiene su modo de ser exclusivo en la acción-en-concierto, está infiltrada a montones por Kapos y Quisling de todo tipo, pero no acredita contrafiguras o testaferros. Los Estados del Occidente desarrollado se resignan de ahora en adelante a la irrepresentabilidad política de la fuerza de trabajo posfordista; se refuerzan incluso, sacando de aquella una legitimación paradójica de su reestructuración autoritaria. La dura e irreversible crisis de la representación ofrece la ocasión de liquidar todo simulacro residual de «esfera pública», de desarrollar sobremanera, como hemos dicho, las prerrogativas de la Administración en detrimento del cuadro político-parlamentario, de hacer habitual el estado de urgencia. Las reformas institucionales elaboran reglas y procedimientos necesarios para gobernar a una Multitud sobre la que ya no puede sobreimponerse la fisionomía tranquilizante del Pueblo. Interpretado por el Estado poskeynesiano, el debilitamiento estructural de la democracia representativa se muestra como un estrechamiento tendencial de la democracia tout court...
PAOLO VIRNO
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