CONFIANZA EN EL MAQUINISTA
Hace unos días, al finalizar el Consell Nacional del PSC un compañero, muy activo en las redes y en los medios, me abordó enojado y me dijo algo así como: “parece mentira que una persona como tu exijas disciplina y un discurso unitario en el PSC”. Han pasado unas semanas de esa conversación y he llegado a la conclusión de que mi compañero no comprendió ni el alcance, ni la voluntad de mis palabras. Quizás hoy, en frío, suenen mejor. Me explicaré. No he negado nunca la bisoñez y la escasa habilidad que mostró la Ejecutiva que dirige Pere Navarro a lo largo de los primeros meses de su gestión. Cometió errores garrafales y mostró falta de tacto en relación a algunas personas a las que se debía consideración, respeto e incluso agradecimiento. Consciente de ello lo verbalicé en forma de crítica en otro Consell Nacional y rogué, a la nueva dirección, que afinara el rumbo y endulzara las maneras.
Han pasado algunos meses de aquello. La situación política se ha movido considerablemente y la sociedad catalana anda tan enojada y alterada que tolera tanto el discurso de lo absurdo, como los cantos de sirena del populismo. En la actualidad todo el mundo es proclive a recetar pociones y formulas salvadoras, pero pocos meditan acerca de sus efectos secundarios. Hoy, sin ir más lejos, he oído a Oriol Junqueras prometer la reducción de impuestos con el advenimiento de la Independencia y un IRPF con más rebajas que el Corte Inglés. Todos sabemos que ello cuesta de creer… Pues bien, en esta nueva coyuntura, complicada para todos y ya no tan adversa para los socialistas, creí y creo conveniente, llamar al cierre de filas en torno a los movimientos y avances que se detectan en el socialismo ibérico; también en amplios sectores progresistas de la sociedad española.
Hubo agoreros, los sigue habiendo, que vaticinaron la sordera y la parálisis intelectual de PSOE respecto al Federalismo y a las reivindicaciones de los socialistas catalanes. El pacto de Granada, sin ser la panacea, ha desatascado un montón de temas; pero lo más importante va a ser que -sin épica, si ustedes quieren- puede acabar convirtiéndose en la válvula de descompresión de una sociedad que no quiere el conflicto, que sueña soluciones dignas. Dicen otros que la reforma de la Constitución no es posible en la actual correlación de fuerzas española. ¿Hay alguien que pueda asegurar- hoy- que el gobierno de Rajoy no salte por los aires en unos días, dando paso a otro hemiciclo con otras mayorías dispuestas al cambio? Pues bien, al principio de este artículo (y en el Consell Nacional del PSC) pedí unidad de criterio, acción y un discurso homogéneo en boca de los dirigentes del PSC. ¡Cuidado! También pedí tanto debate como fuere necesario pero con una sola resultante externa, dadas las características y exigencias del momento político. Muchos compañeros pueden, legítimamente, considerar insuficientes los avances “pedagógicos” que ha impulsado el PSC en las Españas; creo que se equivocan, preferiría que pusieran en valor lo conseguido y lo laboriosamente pactado. Deberían contemplarlo no como un punto final sino, más bien, como un paso más en el camino de reconstruir una alternativa socialista para Cataluña y España. La queja y la insatisfacción permanente no puede ser un elemento diferencial entre afines que llevan décadas cabalgando juntos y, por tanto, compartiendo éxitos, incapacidades y errores.
Dudas, matices, y debates en los vagones del convoy… tanto como sea preciso; pero ahora, que la locomotora echa a andar, conviene suministrar carbón al fogonero y confianza al maquinista.
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