1984-2014
George Orwell luchó en España, rindió homenaje a Cataluña y se avanzó a nuestro tiempo con su premonitoria novela de ficción distópica que lleva por título 1984. En ella aparece el Gran Hermano, personaje omnipresente que todo lo controla, junto a un Ministerio de la Verdad encargado de cambiar la historia, e incluso el presente. También nos describe el ilustre novelista la famosa y terrorífica Habitación 101 a la que se le encomendaba, a través del miedo, modelar y reeducar individuos de pensamiento discordante. Y todo ello bajo la atenta mirada de la temible policía del Pensamiento.
Percibo con preocupación cómo, a lo largo de estos últimos tiempos, la sociedad maldita imaginada por el escritor inglés va tomando cuerpo, se va manifestando de manera inexorable dando credibilidad a situaciones tan autoritarias como peligrosas desde el punto de vista de la libertad y la cohesión social.
Decía George Orwell en su libro Mi guerra civil española:
“en realidad vi que la historia se estaba escribiendo, no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas ‘líneas del partido’ ”.
Sospecho que, en este sentido, a algunos fastos, montajes y recreaciones alrededor del Tricentenario-2014 se les podrá aplicar la cita orwelliana… Pero más allá de este apunte vinculado al Minver (Ministerio de la Verdad) de 1984, me preocupan también las actuaciones de los que él denominó Minmor (Ministerio del Amor) encargado, como ustedes saben, de reeducar e inculcar obediencia ciega y afecto al Gran Hermano.
No sé de quién ha sido la brillante idea -apostaría que del Conseller Homs- por la que el Ejecutivo catalán va a crear el llamado “Registro de Adhesiones a las políticas impulsadas por el Govern de la Generalitat”, un registro que permitirá al Govern recabar información personal de toda índole a cerca de los ciudadanos catalanes sin que sepamos, a ciencia cierta, con qué objetivo y para qué se va a usar. La palabra adhesión suena mal y recuerda otras épocas de infausta memoria. La legalidad de la medida está en entredicho, las prisas para aprobarla y ponerla en marcha bajo sospecha de manipulación interesada…
Sabemos que se avecinan tiempos complejos y convulsos. Sabemos también que quien dirige la nave no tiene claro ni el rumbo ni el puerto donde amarrar; tampoco cuando hacerlo. Pero, precisamente por ello, es el momento de no herir susceptibilidades ni levantar suspicacias. Es el momento de intentar ser exquisito tanto en los contenidos como en las formas.
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