NO ES TIEMPO PARA LAMPEDUSIANOS
Llevo muchos años formando parte de eso que muchos llaman ‘la familia socialista’. He ocupado cargos de relevancia orgánica. También he tenido el honor de ejercer como diputado en el Parlamento de Cataluña y formar parte de la máxima dirección del PSC. He compartido durante este periodo de mi vida política el proyecto y los criterios de lo que se ha considerado la ‘mayoría del partido’. He discrepado del mando en más de una ocasión y vivido episodios no exentos de tensión y mal humor. Algunos dicen que una de las características de mi paso por la vida interna de la organización ha sido el no callar por el simple hecho de que alguien lo ordenaba desde un frio despacho de la calle Nicaragua. Así han ido pasando los años entre grandes triunfos y dolorosas derrotas, entre satisfacciones y grandes cabreos. He intentado abogar siempre por el retorno al mundo conceptual que es propio de la izquierda. He criticado con saña las debilidades discursivas del socialismo catalán -confieso que con escaso éxito-ante el universo simbólico que difunde el nacionalismo.
Pues bien, nunca como ahora he estado tan preocupado por el futuro de las izquierdas, por la supervivencia de sus valores democráticos, solidarios e igualitarios. Es cierto que en más de una ocasión algunas personas han enarbolado la idea de provocar una regeneración interna refundadora, pero siempre he sospechado de aquellos que sólo se acuerdan de santa Bárbara cuando truena. Pido excusas a los honestos -que los hay a montones- pero la experiencia me ha mostrado que muchas veces tras acciones aparentemente nobles se esconden interese grupales o mezquindades personales.
Apuntaba antes que ando preocupado por el futuro de la izquierda en general y del socialismo ibérico en particular. Sí, y he de decir que este desasosiego en lo político va más allá de las divergencias internas, de los resultados electorales o de la crisis de los partidos. Me preocupa el vacio de valores y de ideología que campea en determinados cenáculos de la izquierda. Y me inquieta porque observo que este vacío deviene ocupado por telepredicadores y demagogos que, amparándose en el desencanto y la desafección, fabrican fogonazos de ilusión tan efímeros como inconsistentes. Tras tanto artificio se abre el clásico desierto en el que las rapaces de la derecha encuentran sustento.
Vuelvo a casa, a la ‘familia socialista’. Me sorprende nuestra incapacidad de reacción, nuestra facilidad en sustituir y quemar personas sin modificar ni el contenido ni los métodos que hemos aplicado rutinariamente. Me alarma que tras la revolución de la calle y el escarmiento de las urnas, la nobleza, los barones, pretendan seguir aplicando el modelo lampedusiano. Sin un diagnóstico ajustado y una autocritica sincera y veraz caeremos una y otra vez en la trampa de lo ‘políticamente correcto’. Nuestra gente nos exige decisión, descaro y valentía. Desde la cúpula algunos pusilánimes nos venden caminos placidos aunque estos no vayan a ninguna parte. Otros, los acomodados, prefieren permanecer estáticos confiando en que la ‘resurrección’ germinará por generación espontanea. Pues no. Permitidme que emplee una frase algo gastada: Estoy fatigado del ‘más de lo mismo´. Tengo la impresión de que una parte considerable de los movimientos que se producen en el seno del socialismo español son ‘más de lo mismo’.
No he pertenecido nunca, ni ahora tampoco, a ninguna corriente de opinión organizada más allá de participar en aquel heterogéneo movimiento que en los noventa fue bautizado como el de los ‘Capitanes’. Me abstengo de hablar de sus epígonos. Dicho esto y con varias décadas de militancia política a mis espaldas – sin esperar ningún pago por servicios prestados- creo que deberíamos devolver a las cosas su verdadero nombre. Urge recuperar ideas, proyectos e ideología. Considero, por ejemplo, que nos hemos propasado difuminando el republicanismo genético del socialismo español. Percibo que nos hemos doblegado, en exceso, a las exigencias de los destructores del estado del bienestar. En aras de la responsabilidad institucional hemos aceptado pasar de puntillas ante temas socialmente importantes en más de una ocasión. No hemos despejado suficientemente las dudas de la ciudadanía generadas alrededor de los casos de corrupción. Algunos compañeros nos han vendido como accesorios temas que, para muchos, son fundamentales. Hemos abandonado la calle para adorar en demasía la mercadotecnia…
Insisto; no formo parte de ninguna corriente de opinión pero atisbo que el candidato que mejor encarna la capacidad de recuperar lo que nos es propio se llama: José Antonio Pérez Tapias. Personalmente no he confiado nunca en los golpes bruscos de volante ni en los giros coperniquianos pero si en la recuperación paulatina y constante del rumbo y del nombre de las cosas que nos son propias. ¿Federalismo? J.A Pérez Tapias sabe y ha escrito de ello. ¿Modelo de estado? Lo tiene claro. ¿Justicia social y solidaridad? Son una constante en su discurso. Basta echar un vistazo a su blog para descubrir el sentido democrático y social de su pensamiento.
José Antonio no lo tiene fácil para llegar a la más alta representación del socialismo español.
Contra él se conjugan un montón de adversarios. A saber: el continuismo disfrazado, los cambios cosméticos, medios de comunicación alérgicos a la recuperación de cierta izquierda, los amantes de lo ‘políticamente correcto’ y mil cosas más.
A mi modesto entender el discurso y las posiciones de Pérez Tapias son los más cercanos a lo que es un socialismo del siglo XXI con sensibilidad social y libre de hipotecas del pasado. En otras propuestas, y con respeto, detecto el triunfo de las tesis lampedusianas.
Apoyaré, por todo ello, la candidatura de J.A.Pérez Tapias.
¿QUIEN ES JOSÉ ANTONIO PÉREZ TAPIAS?
Algunos datos sobre su producción intelectual:
Es profesor de Filosofía y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, en donde se doctoró con una tesis sobre El pensamiento humanista de Erich Fromm. Crítica y utopía desde Marx y Freud.
Su docencia e investigación, así como su compromiso cívico y su militancia política, le han llevado a volcar su reflexión sobre cuestiones éticas y políticas presentes en los debates de nuestra sociedad.
Entre sus obras cabe destacar
• Filosofía y crítica de la cultura (1995),
• Claves humanistas para una educación democrática (1996),
• Educación democrática y ciudadanía intercultural (2002),
• Internautas y náufragos (2003),
• El riesgo de opinar (2006),
• Del bienestar a la justicia (2007),
• Argumentos contra la antipolítica (2008
• La izquierda que se busca (2010).
• El hilo extraviado (2012)
• Invitación al federalismo: España y las razones para un Estado plurinacional (2013)
Además de colaborador habitual en distintos medios de comunicación, ha sido diputado socialista por Granada durante las Legislaturas VIII y IX de las Cortes Generales.
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