SOBRE DURAN LLEIDA Y UNIÓ
Lo confieso: Josep Antoni Duran i Lleida nunca ha sido santo de mi devoción. Infinidad de veces he criticado con contundencia sus planteamientos ideológicos y políticos. He escrito y publicado un montón de artículos acerca de su visión -a mi entender reaccionaria- de la homosexualidad, el derecho al aborto y los derechos individuales. Por si ello fuera poco incluso escribí un libro polémico que llevaba por título “Destapando a Duran Lleida, el fin de una apariencia”. Por cierto, un libro que fue leído y recomendado con fruición, sobre todo, por sus socios de CDC. No soy, por tanto, sospechoso de filo duranista…
Con esta hoja de servicios puedo afirmar sin rubor que lo que algunos están intentando hacer con Duran y UDC es una canallada, una mezquindad.
Veamos. ¿De qué delito se acusa al dirigente democristiano? ¿De singularizarse, de ir contracorriente, de no aceptar una aventura sin guion ni final definido?... Duran, y su equipo de confianza, ha preferido anteponer la legalidad y el diálogo a la subordinación a una inercia suicida. ¿Acaso es eso un pecado político que le condena al Averno Unionista?
Desconozco, como es obvio, cuál va a ser el resultado de la consulta que Unió prepara para el día 14 de junio y qué consecuencias tendrá sobre la coalición gobernante en Cataluña. Ahora bien, les aseguro que he podido comprobar de cerca como se ha ido pergeñando, a lo largo de más de ocho años, el acoso y derribo de Duran y sus colaboradores. Que quede claro, no me gusta su estilo ni su política, pero menos me gusta el bisbiseo de algunos traidores que, navegando a favor de la corriente, desean liquidarlo. Sí señoras y señores, lo intentan desde dentro y desde fuera de Unió Democrática. El PSC también pasó por un intento similar de liquidación como fuerza política. Los sicarios y sus escribas mediáticos no se salieron con la suya.
El discurso que predica Duran concuerda con la trayectoria histórica de su partido. Unió siempre midió bien los pasos, nunca se aventuró en demasía ni practicó la demagogia más allá de lo razonable.
Me dirán que Duran es el hombre del Palace madrileño, del compadreo en el Congreso de los diputados y mil leyendas urbanas más. Cierto, pero también es un fino analista con capacidad crítica suficiente para detectar los peligros que acechan a Cataluña y España. Duran se ha plantado, ha dado un paso al frente y eso le honra. Le honra tanto a él como ensombrece a la vieja casta de aduladores que han crecido a su sombra y hoy le abandonan. Mal ejemplo si deseamos una nueva forma de hacer política.
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