¡CARAMBA CON SOR LUCIA CARAM!
Si, ya lo sé, la Sor Lucia más famosa del mundo no es la Caram de nuestros pagos, es la de Fátima. Aquella que junto a sus primos de corta edad -San Francisco y Santa Jacinta Marto- aseguraron haber visto y hablado con la Virgen María en Cova de Iria, Portugal. En el lugar donde dice la Iglesia que aconteció el milagro, se levanta hoy el archi famoso Santuario de Nuestra Señora de Fátima.
Pero volvamos a las historias de madres superioras, monjas y hermanas. Cuando de religiosas se trata, los que peinamos algunas canas, no olvidamos las candorosas aventuras inmortalizadas en la película dirigida por Pedro Lazaga, protagonizada por Gracita Morales, Rafaela Aparicio y José Luis López Vázquez, y que llevaba por título Sor Citroën. ¡Qué tiempos aquellos en que todo rezumaba ‘Cine de Barrio’! El nacional catolicismo imperaba y Rouco Varela ya era un experto en derecho canónico camino del cardenalato.
La palabra sor también nos trae a la memoria a una dominica belga que cantaba y vendía miles de discos en Europa. Con sus cancioncillas los beneficios económicos para la congregación religiosa de las dominicas y para la discográfica Philips fueron notables. ¿Recuerdan aquello de: Dominique, nique nique….? La trayectoria vital de Sor Sonrisa, así se llamaba la monja cantora, no estuvo exenta de problemas con el fisco ni fue ajena a polémicas morales y religiosas.
Pero las vocaciones religiosas con deseo, o necesidad de proyección pública, dan para mucho y un poco más. Ahí tienen a Sor Cristina -Cristina Scuccia- triunfadora de la versión italiana del concurso ‘La Voz’. Esta hermana ursulina dicen que ha logrado convertirse en la religiosa más viral del mundo; todo un fenómeno dentro y fuera de Italia…
Pero no se apuren ni tengan envidia de lo ajeno. En Cataluña tenemos la suerte, el gusto y el placer de contar -Rahola dixit- con “una voz luminosa, y por ello mismo los amantes de las tinieblas la querían apagar” Ella es: ¡Sor Lucia Caram!
Respeto, como no podría ser de otra manera, que la monja Lucia Caram rece y ‘procese’. Tampoco tengo nada que objetar, aunque no las comparto, a sus opciones políticas, simpatías personales y enamoramientos exprés. Ella actúa y sobreactúa todos los días en redes sociales o medios de comunicación. Por ejemplo, Sor Caram responde a los mimos y elogios de Pilar Rahola mostrando al mundo su desasosiego por la centrifugación que ha iniciado la Fundación de los Tous. Lo entiendo. Se siente obligada. Forma parte del mamoneo que se llevan entre si los adictos y beneficiarios del cosmos secesionista. Ya saben ustedes que entre compadres y comadres todo son paellas, canciones, risitas y favores. Pero sospecho que tras la sonrisa de la mosca cojonera tucumana se esconde un punto de maldad, un aguijón, que la monja gusta usar contra aquellos a los que considera adversarios políticos. No olviden que la monjita se ha mojado hasta la cofia en temas políticos y que, en el reino de este mundo, idolatra la estelada y a sus santones. A un servidor de ustedes le trae sin cuidado que se muestre mordaz en radio y televisión, que visite el Chester in Love y que juegue al oxímoron sobre la virginidad de María. Doctores tiene la Iglesia para reconducirla al dogma. En cambio me molesta, por forzada, su crítica gratuita al bailoteo de Iceta cuando lo califica de ridículo y extemporáneo. Nuestra monjita estelada se suma así a las tesis anti danza de Jordi Turull, el flatulento, y unos cuantos mediocres más. La paja en ojo ajeno. Por lo visto, en sor Lucia, la vida contemplativa y conventual es fuente inspiradora de twiters maliciosos. O quizás no y la cosa tiene poco de divino y algo de miseria humana. Quizás el miedo a perder influencias y amistades poderosas excita la imaginación de muchos y despiertan la agresividad contra el adversario.
Las cosas no deben ir demasiado bien entre la clerecía y los fieles secesionistas cuando unos minutos de ritmo jocoso en televisión les hacen perder el compas y les anula los argumentos.
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