El blog d'en Joan Ferran

8.11.17

MISS AMBIGÜEDADES











LA CANCIÓN DEL COLA-COLAU 

Ada Colau es la novia de la suerte. Cuando su gestión al frente del consistorio barcelonés pasaba por el momento más crítico del mandato se la apareció la Diosa Fortuna, esa que todo lo tapa y todo oculta. Primero lo hizo en forma de catástrofe humana sembrando las Ramblas barcelonesas de desgracia y miedo. El mundo paró para llorar y recomponerse. No era tiempo de reproches municipales ni de discusiones bizantinas. Luego llegaron los sobresaltos del procés, la DUI, el lio del referéndum y la fuga de Puigdemont hacia la contemplación del Manneken Pis. El broche de oro de tanto suceso noticiable - y difuminador de realidades- ha llegado con el envío a prisión de los ex consellers del Govern. Tanto es así que la problemática del top manta, los apartamentos turísticos, el conflicto de las terrazas, los experimentos viales y cien cuestiones delicadas más yacen en el cajón del olvido mediático y ciudadano. La Diosa Fortuna llegó y, al igual que ha acontecido durante un lustro en la Generalitat, todo se escondió bajo el ruido del procés. Que si urnas, que si Trapero y yo, que si los sociatas son o no la piel de Barrabas… Y la alcaldesa feliz entre teles, radios y entrevistas edulcoradas con buenismo simplón- 

Dicen los teólogos dels Comuns que a Colau, además de la Diosa Fortuna, se le apareció también la Virgen para despertar en ella virtudes ignotas. Ella es tertuliana, opinadora y analista con vocación de estadista. Sabe de leyes más que la jueza Carmen Lamela, aunque no alcanzó licenciarse en Filosofía. Alcaldesa cuántica la llamo Ramón de España pensando en el gato de Schodinger y el Principio de Incertidumbre. Como Emperatriz de la Ambigüedad la etiquetó Josep Borrell ante miles de manifestantes constitucionalistas barceloneses. Y es que, amigos, la canción del Cola-Colau es aquella que se tararea cuando conviene relatar ‘las múltiples cualidades de su producto político sin par’. La alcaldesa de Barcelona gusta sumergirse en aguas turbulentas para dar la nota; si, pero lo hace con traje de buzo y escafandra para evitar mojarse. Conviene subir a superficie descomprimida y bien peinada no vayan a pillarla en un renuncio. Pero si la muerte tenía un precio en el inolvidable film de Sergio Leone el oportunismo y la ambigüedad también lo tienen en la política. Tarde o temprano aflora la realidad y la trampa o la ficción suelen quedar a descubierto para vergüenza de los tramperos. La canción del Cola -Colau, sobre lo divino y lo humano en política, la canta la alcaldesa para ocultar el run -run de la ciudad y su demostrada ineficacia como gestora. Ahora, con la excusa del 155, juega a centrifugar socialistas… Soy de los que opina que, llegados a este punto de la canción del Cola-Colau, es mejor salir con la cabeza alta por la puerta grande del gobierno, que no hacerlo por la de servicio sin la paga de Navidad.