MADAME BLAVATSKY ROVIRA
Que Marta Rovira fabule no tiene la menor importancia. Al fin y al cabo, sobre todo en campaña electoral, la mayoría de los políticos pintan el futuro color de rosa intentando conseguir el voto de los electores y el apoyo entusiástico de su propia clientela. Pero ojito avizor, cuando la fábula lleva una bala emponzoñada en la recámara la cosa varía; y más si se está dispuesto/a a usarla, sin escrúpulos, como arma de crispación masiva. No es demasiado edificante tomarse las cosas de la sangre, la muerte y la violencia en vano. La gente de ERC, de un tiempo para acá, lo está haciendo sin pudor y eso huele a delito de lesa patria.
En el tablero güija de la política catalana Madame Blavatsky Rovira ha oficiado, como una pésima espiritista de opereta, metiendo los muertos en el mundo de los vivos y la cerrazón como tapadera de la verdad. El tema en cuestión se agrava, aún más, cuando voceros subvencionados por el independentismo usan el viejo truco goebbeliano de convertir en verosímil, por repetición, una falsedad. Ya saben por experiencia que esos papagayos, y sus medios de comunicación, pueden transformar cualquier falso rumor en verdad y un cuento infantil, en una historia de terror para consumo de adictos al victimismo. El mantra de esta semana va a ser: Barcelona ha perdido la Agencia del Medicamento Europea gracias al 155. Y sigue…
Pero permítanme que vaya un poco más allá de las fábulas perversas y esotéricas que nos cuenta esa Blavatsky republicana en que se ha convertido la señora Marta Rovira. Lo más lamentable del caso es que, a pesar de ser desmentidas por clérigos, síndicos y políticos de todo pelaje, esas tesis necrológicas -retocadas y edulcoradas - siguen en boca de tertulianos excitados, políticos de tres al cuarto y tránsfugas profesionales (ahora mismo pienso en Antoni Castellà). Las psicofonías acríticas y mendaces de los estómagos agradecidos son esperpénticas.
Lamentable, la propagación de la mentira a sabiendas de que no es verdad. Preocupante, la credulidad de tanta gente de buena fe que aun no advierte la verdadera naturaleza de la ficción procesista.
Pues sí amigos, de seguir en manos del secesionismo talibán algunas cosas estarán en peligro de defunción en este país: el sentido común, la cohesión social y la capacidad de discernimiento, entre otras.
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