UN E-MAIL DESDE WATERLOO
Los suyos lo despedirán con abrazos, lagrimas, vítores y aplausos .Cuando tome el portante no faltaran gritos de ¡libertad, libertad!... Dirán que Quim Torra es un buen hombre, un patriota honesto y que no se metió un céntimo público en el bolsillo. De acuerdo, todo eso forma parte la función. Pero lo cierto es que -lo digo sin acritud- Quim Torra ha sido el peor presidente de la Generalitat. El peor, no solo por la nefasta gestión política de su gobierno, sino también por su manifiesta incapacidad para establecer complicidades y pactos con terceros. Uno de sus defectos más notorios, a mí modesto entender, es aquel que tiene que ver con el uso del lenguaje y la utilización del léxico siempre en un sentido finalista, beligerante. En el Torra de estos años no se han prodigado las palabras amables, ni los intentos de seducción o persuasión. Sus alocuciones y discursos siempre han estado preñados de un tono desafiante y conflictivo. El buen político es aquel que se esfuerza en modular el discurso para no herir e intenta aproximar sus tesis al adversario. Torra no, él va de activista con mochila, ratafía y espetec de Vic. Su comparecencia ante los medios de comunicación, para anunciar el fin de la legislatura, da fe de lo que les digo. Tras propinar un sonoro sopapo a sus socios gubernamentales se saca de la chistera los típicos tópicos del procesismo irredento. Apela al pueblo en marcha, a la republica imaginaria, a la lucha contra la ‘represión’ del estado, a la autodeterminación… Pide dialogo desde la exigencia de su programa máximo. Siete años de matraca secesionista resumidos en siete minutos de comunicado sin preguntas. Todo un ‘déjà vu’ probablemente consensuado vía e-mail, o video conferencia, con Waterloo, escenario de derrotas.
Que grande aquel verso del Nocturno de Rafael Alberti que decía: ¡Qué dolor de papeles que ha de barrer el viento!
<< Home