AL PASO ‘ALEGRE’ DE VOX
No se inquieten demasiado, pero tampoco relativicen el fenómeno en exceso. Una ofensiva reaccionaria galopa desbocada mancillando la España de camisa blanca de nuestra esperanza. La pena negra nos amenaza, escribía el inolvidable poeta bilbaíno Blas de Otero. Sí, está ahí, procurando la vuelta al blanco y negro y a la mirada oculta tras los visillos. Hoy es el pin parental, mañana será otra cosa y pasado otra aún más alambicada. La derecha extrema de este país se ha aventurado por la senda tortuosa que conduce al pasado perdido. Añoran los noviazgos epistolares de otras épocas, los rapapolvos moralizantes de los curas castrenses, el silencio de los Viernes Santos, la falda larga y el cabello recogido… Malas lenguas cuentan que los acólitos de Santiago Abascal leen, con fruición, el libro del siquiatra alemán, Paul Julius Moebius, titulado: ‘La deficiencia mental fisiológica de la mujer’. Para ellos España o es cañí o no es la España verdadera, la autentica. VOX irrumpe en la agenda política marcando el paso de la oca, levantando la zanca a la búsqueda de los noventa grados de torsión, capaces de cercenar el equilibrio entre los demócratas con sentido de estado. Y ¡Oh temeridad! Sus socios de gobierno, asustados y confundidos, no se esfuerzan en marcar los límites.
El capítulo del pin parental pasará. De la caverna surgirán nuevas exigencias envueltas en frases ampulosas, discursos rebosantes de retórica patriótica y jerga xenófoba o maniquea. Las derechas no tan extremas se verán, de forma recurrente, ante la tesitura de optar entre lo democráticamente aceptable y las nostalgias aletargadas de los ultras de toda la vida. ¿Qué harán? No pretendo ser agorero pero el futuro a medio plazo, tanto de Populares como de Ciudadanos, dependerá de si aceptan desfilar, o no, con el paso ‘alegre’ de la oca que marca VOX.
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