El blog d'en Joan Ferran

2.12.19

APESEBRADOS




EL PESEBRE CATALÁN 

Cataluña tiene un problema de pesebre. No se inquieten, no voy a hablarles de ese amasijo de cajas, trastos viejos, jesusitos y vírgenes María que se han dado cita en la plaza Sant Jaume de Barcelona. Algunos califican lo expuesto, para solaz navideño de los barceloneses, como una genuina obra de arte moderno. Un servidor es tan ignorante que prefiere no opinar al respecto, doctores tiene la Iglesia. Eso sí, nada que ver ese belén con el que san Francisco de Asís montó, con solo animales, en la ermita de Greccio, allá en el Lacio. Ha llovido mucho desde entonces. Los franciscanos consolidaron la tradición en tierras italianas y, como es sabido, la moda llegó a España a medianos del siglo XVIII cuando el Borbón Carlos VII de Nápoles -Carlos III para los hispanos- facilitó su difusión por nuestros pagos. Se conoce también como pesebre aquel recipiente de piedra, madera o barro donde comen los animales. Pues bien, insisto, Cataluña tiene un serio problema de pesebre y de apesebrados. Hay gente instalada junto al abrevadero a los que no les interesa salir del conflicto permanente del Procés porque viven de él, o gracias a él. Los hay que ejercen de escribas a sueldo, los hay incrustados en el mundo de las instituciones, los hay que laboran de ‘intelectuales’ a tiempo parcial, los hay que ejercen de bufones en los medios del régimen, los hay que hacen negocio o cultivan el ego… Y eso se aprecia cuando alguien mueve pieza proponiendo diálogos para salir del atolladero. Hay tanto cortesano al servicio de los que les auparon que, si se tercia, están dispuestos a servir de camicaces; hay tantos estómagos agradecidos sin ideología que son capaces de mandar el país al garete con tal de seguir en el poder. Expertos en crispar, e inventar agravios y nuevas exigencias, los apesebrados moverán cielo y tierra para que el denominado conflicto catalán devenga perpetuo. Un país que confíe su porvenir a un puñado de fabricantes de engaños enchufados a la ubre del poder es un país acabado.